“En Derecho de Familia, pasar por Tribunales causa un daño”

Eduardo Borda es abogado de familia y sucesiones, desde hace tiempo se dedica más a divorcios que a sucesiones. Sabe que en su especialidad lo importante es la negociación, acompañar y tomar las leyes en favor de los menores antes que someterlos a procesos engorrosos en los que “nadie sale espiritualmente bien”. Una entrevista a fondo con un especialista de una rama del derecho que evoluciona con la sociedad y que todavía tiene mucho para dar.

¿Cuándo supiste que ibas a ser abogado, cómo nació eso?

Yo vengo de una familia de abogados así que mucho no me costaba, pero ya en la secundaria tenía inquietudes de los temas que se iban resolviendo, de los temas familiares. En ese momento mi duda estaba en si quería estar dentro de la Justicia y aspirar a ser juez o estar como abogado privado. En definitiva, eso lo fui descubriendo en la facultad.

Mientras estudiaba siempre trabajé paralelamente: primero en una gerencia jurídica de la Junta Nacional de Granos, que me dio mucha experiencia durante mis estudios. Después trabajé en estudios privados: con mi padre durante un año, luego en otro estudio durante dos o tres años y en el estudio del jurisconsulto y tratadista Guillermo Borda estuve 18 años. Hace doce años que soy socio en este estudio, con los doctores Jorge Martin Irigoyen, Mauro Rossi, y Alexander Rodríguez.

¿Y dentro de la actividad privada siempre te dedicaste a los temas de familia?

Si bien hice bastante de Derecho Civil y alguna causa penal, siempre me fui tirando a lo que es familia y sucesiones, que hoy es mi expertise y a lo que me dedico. Las sucesiones son una rama del derecho que hoy avanzan más o menos rápido, salvo que haya conflictos particulares. Y dentro del Derecho de Familia todo lo que es violencia avanza rápido, se resuelven en un día las medidas de protección.

Después, de continuar la violencia, el juzgado pone a funcionar todos los resortes que tiene a disposición: la exclusión del hogar, poner distancias, todo por un mínimo de 2, 4 o 6 meses con posibles prórrogas, psico diagnósticos. En alimentos algunos juzgados son más rápidos que otros. Y el tema de la compensación económica todavía es una incógnita, es una figura presentada por el Código que, en el caso de que uno de los cónyuges haya dejado de trabajar por el tiempo que duró el matrimonio, tiene derecho a una compensación por el tiempo en que no trabajó ni creció profesionalmente. Es, además, para acomodarse hasta que pueda salir de nuevo a trabajar.

Me decías que es una incógnita ¿por qué?

Porque todavía varía mucho, no se sabe cuánto corresponde exactamente. Por ejemplo, hoy con la compensación económica, tomando algunas pautas que le da el Código, se dice que a esta señora el marido le tiene que dar 6 millones de pesos en 10 cuotas o en 24 cuotas. Los primeros fallos salían de 800 mil pesos para parejas de 20 años de antigüedad, pero eso hoy se convirtió en una incertidumbre absoluta. El otro día llegó una causa que pedía dos millones de dólares.

La parte de los hijos es la parte más delicada, ¿verdad?

Sí, es tremendo, ya el mismo Código dice que el abogado de familia debe colaborar. No es como en Comercial en donde todos actúan como tiburones. Acá hay muchas cosas en juego, a veces hay que ceder en lo patrimonial, pero para el bien de todos, porque hay cosas que no se ven. Por ejemplo, una persona que tiene un trabajo espectacular, pero si entra en un conflicto de divorcio no va a rendir lo mismo, no puede trabajar tranquilo. Peor era antes cuando había divorcios controvertidos en donde se analizaba todo: las causas, si había infidelidad, si insultó o no insultó, que había que llamar testigos, por suerte eso ya no existe. Hoy se pide el divorcio y se da el divorcio. Antes eran juicios largos. Hoy queda la discusión sobre el cuidado de los hijos, el patrimonio y los alimentos.

¿Hubo grandes cambios en cuanto al cuidado de los hijos?

Hoy ya todo se puede decidir y de hecho lo puede decidir un juez que siempre va a tener en cuenta como prioridad cual es el mejor beneficio para los hijos. Y en base al trabajo de cada uno y de la disponibilidad.

Pero ya no es un hecho que los hijos van con las madres por sobre el padre, ¿o sí?

Ya no es tan así, pero siempre es según el caso y con prioridad puesta en los chicos. Hoy mismo tuve una audiencia en donde los chicos están un día con cada uno, cosa a la que yo me generalmente me opongo porque vivís con una mochila en la espalda y lo peor es que la madre vive en La Boca y el padre en Olivos. A pesar que sugerí y buscamos otras alternativas, se acordó de ese modo, fue clave que ella es enfermera de noche día por medio. Yo como abogado de familia no me pongo del lado del cliente a rajatabla, intento buscar la mejor solución para todo el grupo familiar con especial consideración al interés y expectativas de mi cliente. En el caso, yo iba por el lado de la mujer, y las circunstancias laborales de ambos llevaron a esta modalidad.

¿Se puede decir que en los últimos años se modernizó el derecho de familia?

Sí, pero es algo que ya en los hechos venía desde hace muchos años. Ya con los padres participando del cuidado de los chicos, llevándolos a los médicos, al colegio. Cada caso es particular y concreto, hay que analizarlo y buscar la mejor solución para todos y en todos los temas. Hay que tratar de que no pasen por Tribunales porque causa un daño, o sea hay que dar vuelta la página de la mejor manera posible y seguir adelante cada uno con su vida.

Es fuerte lo que decís de que ir a Tribunales ayuda pero a su vez causa un daño…

Hay que pensar qué se busca en Tribunales: Justicia o ayuda hasta que se acomoden algunas cosas. El tema es que hay muchas cuestiones personales en juego y eso mortifica a las partes. Hay perfiles de personas con un enojo tan grande que, aunque le haga daño, se mete igual ahí. El abogado en algunos casos es casi un psicólogo, hay que suavizar las cosas lo máximo posible porque la vida va a continuar. Un conflicto grave puede durar cuatro o cinco años, o más, y no terminan bien, o sea, nadie termina psicológicamente bien. Lo ideal es no pasar por Tribunales.

¿Hubo algún caso que te haya marcado en particular?

Sí, hubo uno. Una vez un juez me designó curador especial en un expediente que venía de años de litigio entre madre y padre por la comunicación con el hijo. Se lo tironeaban y el chico estaba muy mal. Eran d0os perfiles muy distintos y me llamaron a mí para ver cuál era la mejor solución para el chico. En este caso el chico estaba cinco días con la madre y dos con el padre, pero en realidad no se cumplía porque la mujer no cumplía a pesar de las advertencias judiciales.

Trabajé seis meses con ellos. Cuando el chico estaba con el padre criticaba a la madre, pero cuando venía con la madre me hablaba pestes del padre: era una manipulación total. El chico era muy inteligente, pero estaba muy afectado.

Escribí un informe sugiriendo que el chico esté solamente un día más con el padre. El chico estaba de acuerdo, pero cuando el juzgado lo citó con el asesor de menores vino con la madre y el abuelo, entonces cuando le preguntaron si quería estar un día más con el padre dijo que no, que así estaba bien. El juzgado solo tomó la palabra del chiquito y cerró el caso. Jamás tuvieron en cuenta el informe elaborado luego de seis meses. Yo automáticamente renuncié, pero me preocupé por ese chico que tenía 8 o 9 años. Es un caso en el que vi bien la manipulación que hay, que muchos le llaman alienación parental.

Es un tema muy delicado ese, cuando se manipula a los menores…

Recuerdo un caso de una persona a la que denunciaron porque no pasó alimentos y no dejaron que vea a sus hijas nunca más. Hubo una falsa denuncia, una asesora dijo que sólo con la palabra de la mujer era suficiente, mandaron al hombre a hacer una terapia que no necesitaba y otra de revinculación, pese a los esfuerzos de la psicóloga, no lograron que vea a sus a sus hijas por un año y medio y aún continúa igual. Son casos tremendos y los juzgados no dan soluciones.

En mi experiencia, los jueces en su mayoría no se meten, no toman el caso tan de cerca para desentrañar si realmente está bien cada impedimento de contacto. Hay que lograr la revinculación y es un camino muy difícil para el juzgado y para las partes porque muchas veces los chicos terminan creciendo en medio del odio de una de las partes e internalizándolo como si fuera propio.

Uno de mis primeros casos fue el de un hombre que murió sin poder volver a ver a sus hijos, que cuando crecieron lo lamentaron mucho y dejaron de hablar con su madre. Por eso los juzgados de familia no son malos en sí, pero pasar por ahí hace algún daño, en algunos casos irreversibles.

¿Se agilizaron las adopciones en Argentina?

No, las adopciones siguen más o menos en el mismo camino en cuanto a demoras. Es un pendiente porque es un tema muy debatido y muy discutido, pero yo creo que se puede mejorar.

¿Y cuáles son las trabas?

Hay trabas con listados de matrimonios, en donde hay un período de guarda y de preadoptabilidad del menor. Siempre se tienen en cuenta a parejas y no a personas solas. Todavía está muy arraigado el modelo de familia tradicional.

¿Tuviste casos problemáticos de adopciones?

Sí, recuerdo uno que me marcó. Una pareja adoptó a un menor que era hijo de un delincuente y una mujer drogadicta y prostituta. Cuando lo van a buscar -y esto tiene que ver con las edades, porque en general se busca de uno a dos años- le habían dicho que tenía 6, pero en el juzgado estaba mal escrito y tenía 9 años, y a esa edad el chico ya está formado.

Lo empezaron a cuidar y a los pocos años, cuando el chico tendría 13 o 14, ya la tenían miedo: robaba, se drogaba, era violento y los trataba mal. Vinieron desesperados porque ya no sabían qué hacer y sabían que no podían devolverlo. La cuestión es que el chico ya estaba yendo a un centro de día voluntariamente y finalmente terminó viviendo en un centro en donde están los chicos que no tienen donde vivir. Ellos tenían la obligación de alimento y pagaban lo que el mantenimiento del chico en ese lugar. Allí estuvo bien contenido y la enseñanza que me dejó es que no a todos les cabe el corsé de la familia tradicional. La mamá y el papá perfectos no eran para él.

¿Cómo ves a la Justicia?

Veo una gran puja de la política y un fuerte intento de incidencia que afecta al Consejo de la Magistratura de la Nación; tanto que finalmente la Corte terminó por volver a como era originalmente. El Consejo es muy importante porque desde ahí es de donde surgen todos los jueces. Hace unos años hubo una cantidad de juzgados que quedaron en vacancia y que finalmente se designaron a dedo y hoy encontrás a jueces que no tienen el vuelo necesario para el cargo que ocupan.

¿Te parece que los jueces de la Corte Suprema tienen que tener un rol más político?

El que es más político es Ricardo Lorenzetti. Cuando él fue presidente de la Corte Suprema se manejaba muy bien y con mucha cintura. Eso es algo bueno porque un juez debe entender qué es la política. Hoy Horacio Rosatti tiene buenas y fuertes convicciones. Se maneja bien políticamente, pero es más duro, es más juez. Es una persona muy inteligente.

¿Te gusta la actual conformación de la Corte? ¿Qué opinás de la idea de ampliar la cantidad de miembros?

Para mí no es necesario ampliar la cantidad de miembros, con la cantidad de miembros actual está bien. Quizás lo que se podría hacer es sacarle tanta injerencia en asuntos que no tengan que ver con cuestiones constitucionales o recursos de provincias, temas en los que sí se tiene que abocar la Corte. Antes de que Lorenzetti se hiciera cargo, había muchísimos casos que llegaban por Recurso Extraordinario pero que no correspondían y demoraba otras causas que sí había que atender.

¿Y cómo ves el funcionamiento de la Justicia? Hay quien dice que la pandemia le hizo bien…

La pandemia funcionó como separador de lo bueno y lo malo. Hubo juzgados que tuvieron un papel muy activo en cuanto al seguimiento de casos, a la celeridad y a la adaptación a la cuestión informática, que estaba muy atrasado. Forzadamente se vio obligada a actualizarse. Por otro lado, lamentablemente hubo juzgados que no avanzaron y eso directamente es negación de Justicia, porque las demoras que generan son tremendas.

¿A qué personas recordás especialmente a lo largo de tu camino como abogado?

Primero a mi padre, que es abogado y hoy tiene 80 años. Yo estuve un año con él y me sorprendió su sentido común y lucidez para ver las cosas. Fueron mis primeros pasos. Después Guillermo Borda, el tratadista, junto con sus hijos Guillermo y Alejandro, con quienes estuve tantos años y destaco sus libros que son de una claridad impresionante. Ellos fueron personas muy importantes en mi camino.