“Encasillarme en ser curador me limita”

En diálogo con Quórum el artista recordó sus inicios en Fundación PROA. Además de referirse a la creación de Smol en el contexto de la pandemia, nos contó sobre su proyecto innovador con RED, opinó acerca de la incursión de la tecnología y las redes sociales para la difusión del arte y la empatía necesaria para elegir con quién colaborar en sus proyectos. Destacó su afecto por Bardo, su mascota y gran compañero.

¿Cómo llegaste al arte?
Hace muchos años que trabajo en este medio. Me inicié más o menos a los veintitantos, trabajando con Adriana Rosenberg, la directora de la Fundación PROA. Primero, durante un tiempo en una galería de arte. Y ahí se fue desarrollando un camino hasta la constitución de la Fundación PROA. Trabajo hace prácticamente 30 años. 

¿Cómo se comercializa el arte en Argentina?
Mirá, no soy experto en eso. Al haber tenido un trabajo institucional siempre fui por otro camino. Pero bueno, por supuesto, es un medio que es muy chico y más o menos hay una idea. Es un mercado muy pequeño, que está en permanente renovación. Si bien ahora es mucho más grande de lo que era, me parece que hay diez coleccionistas que son reconocidos, que todo el mundo va detrás de ellos, y por ahora es un poquito así. Creo que tiene que ver un poco con las realidades económicas de los países. El arte argentino es, en comparación con el mundo en general, muy económico, justamente porque acompaña esa realidad económica que tenemos.

¿Hay que tener un don para ser coleccionista?
Sí, por supuesto. Tiene que ver con un impulso interno ser coleccionista, que para mí es querer tener lo que a uno le gusta mucho más de lo que a uno le conviene tener. Es cuando vos ves algo y te tienta. Y te vas a la cama y seguís pensando en eso y después vas y decís “¿para qué me compré esto?”. Pero no importa. Es ese acumular, llevarse esos trofeos que uno idealiza. Creo que ese es el verdadero coleccionista. 

¿Cómo nació Smol y cuál es su objetivo?
Smol es una cámara de proyectos. Nosotros no lo consideramos una galería de arte comercial. Si bien vendemos, y se puede vender, es un espacio que surgió en la cuarentena. Creo que el haber estado encerrado durante tanto tiempo nos modificó en un montón de cosas. Si bien el mundo ya es parecido a lo que era antes, y no fue tanta la transformación, me parece que estructuralmente modificó un montón de cosas. Y si no lo logró me parece que era una muy buena oportunidad para que eso suceda. Ya vivíamos en un mundo colapsado, muy confuso. Donde todo estaba cayendo, se estaba desmoronando o se está desmoronando todavía. Y me parece que ese parate nos dió de alguna manera una buena excusa para realizar muchas transformaciones. Trabajo hace muchos años en la Fundación PROA y al estar bastante tiempo en mi casa empecé a pensar mucho en cómo se movía el arte. En cómo era el sistema, en la cantidad de cosas que se fueron modificando en todos estos años, en todo el trabajo que hicieron los museos para acercar a los públicos, en la cantidad de estrategias de comunicación, en la cantidad de estrategias en los montajes de las muestras, la didáctica, toda esa cantidad de cosas. Y mientras lo iba pensando de alguna manera consideraba que, si bien lograron acercar mucha cantidad de público en el mundo, por otro lado siento que tanta información nos aleja un poquito del arte como algo más sensible. No sé si la palabra es espiritual, es como una sensación. 

Me acuerdo cuando era chico que iba con mi abuelo al Teatro Colón o al Museo Nacional me emocionaba frente a lo que veía. Veía una pintura y esa pintura lograba estremecerme, sentir, sentía algo físico, como un enamoramiento o algo por el estilo, o ver un ballet o una ópera o lo que fuera, ¿no?. 

Y después me parece que con el correr del tiempo personalmente me costaba mucho más lograr esa emoción y el mecanismo o la operación eran mucho más mentales. De alguna manera lo que me parece es que está buena la oportunidad de recuperar esa cosa emocional, de cercanía. Por ejemplo, acá nosotros trabajamos con artistas. Trabajamos desde un inicio, desde el principio de una idea, la desarrollamos juntos en colaboración, cooperativamente, horizontalmente. No nos interesan las jerarquías. Las muestras no son muestras, son procesos creativos. Para nosotros lo que estamos mostrando en este momento siempre es un proceso, es un devenir del artista hacia algo más allá. Por ejemplo, no tienen títulos las muestras en Smol. Son el nombre del artista. No tienen texto curatorial ya que no las consideramos que son muestras terminadas. No tiene un curador, por más de que nuestra función sea trabajar con curadores. Tratamos de corrernos de todos esos ornamentos que tiene el sistema del arte para trabajar desde lo cercano, desde lo íntimo. Desde la conversación, del contacto con la obra, del contacto con el artista. Para toda esta idea hablé con un amigo mío, Sasha Minovich. Sasha es un artista muy joven, de 25 años, un pintor divino, un clásico. Un pintor muy interesante que le va muy bien, que trabaja muchísimo, y está totalmente inserto en el medio. Sentimos una gran empatía en este tema y dijimos bueno, vamos a hacer juntos este desafío. 

Encontramos este pequeño local en La Boca. A mí me interesa mucho este barrio. Trabajo hace 30 años acá, además es el Distrito de las Artes. Tiene esa cosa informal y toda esa cantidad de condimentos que no los tiene otro barrio de Buenos Aires. Un mismo proyecto o un proyecto parecido en otro lugar creo que no hubiera sido posible o hubiera devenido en otra cosa. Y bueno, acá estamos. 

¿Qué era RED?
RED fue un proyecto que hice en el año 2010 y fue una de las primeras galerías virtuales, era muy interesante. Hoy me doy cuenta y no tanto en ese momento, porque tenía un desarrollo en 3D muy avanzado. Hoy en día ya sería precario. En el 2010 casi no existían las redes sociales, por lo menos acá en Argentina. Y era un lugar que fue fundado también como una institución: te recibía un Secretario, ibas pasando por salas y viendo exposiciones. Las muestras eran curadas con el artista, eran reseñadas y tenían un recorrido que lo ibas viendo como si lo estuvieses viendo en la realidad. Al año o a los dos años sentí la necesidad de tener una revista virtual dado que me parece que las instituciones deben tener sus publicaciones. Entonces ahí creamos en paralelo el proyecto RED, que también era un trabajo colaborativo. Teníamos catorce colaboradores, o algo por el estilo, y era una revista que salía cuatro veces al año, con las estaciones del año. O sea otoño, invierno, primavera y verano. Las notas, si bien eran con artistas en general, no hablaban de ellos mismos sino que tenían otras funciones. Por ahí un escultor visitaba muestras y hacía la crítica de arte, un fotógrafo hablaba sobre las mujeres fotógrafas. Una artista argentina que vivía en Berlín hacía notas a artistas argentinos que vivían en Berlín occidental.

¿Cómo se puede diferenciar el arte de la artesanía?
Qué difícil. Por ahí es facilísimo pero me sale difícil. Creo que la obra de arte tiene todo un desarrollo intelectual, de investigación, más allá de lo material. Tiene que ver con asociaciones, tiene que ver mucho con las cosas que le pasan a los artistas. Creo que ahí se produce un poco la obra y en la artesanía me parece que es algo más de uso.

Un pasatiempo…
Puede ser un pasatiempo pero tiene más que ver con algo de uso. El arte no tiene un uso. Pasa por otro lado. Las artesanía por ahí se hacen con cerámica pero en lugar de hacer obras hacen platos o vasijas, que sirven para comer en tu casa. Capaz sea una bestialidad lo que estoy diciendo. 

Pero sirve para diferenciar a grandes rasgos. ¿Y qué opinás de las nuevas tecnologías NFT?
No entiendo mucho a pesar de haber tenido una de las primeras galerías virtuales y todo lo que supone que debería haberme desarrollado más en eso. Es al revés, me fui mucho más… no te diría a lo clásico pero sino al arte como su tradición. Como lo que se llamaban las bellas artes. Así que la verdad no entiendo mucho. No sé cómo se va a desarrollar.

¿Y además del arte qué te apasiona?
Los perros, soy un enloquecido de los perros. Tengo un perro que adoro, que se llama Bardo, y tendría cien, no sólo él.

¿De chiquito sentías este amor por los perros?
Toda mi vida. Y tengo tatuados a todos mis perros que fueron pasando en algún lugar del cuerpo: por el nombre, por las figuras. Soy así. Vivo, ceno con mi perro, duermo con mi perro. 

¿Nos podrías comentar sobre algún artista qué te interese a vos particularmente?Montones. No sé si te podría decir uno pero hay muchos. Mónica Girón es una gran artista argentina. Te rompe la cabeza porque es muy complejo entenderla. Soy muy amigo personal de ella hace muchísimos años y a medida que pasa el tiempo voy entendiendo sus obras. Me parece que eso es tan interesante, no llegar a comprender rápidamente; me parece que eso es de un gran artista. Por decir una, pero tampoco es que me parezca “la” artista argentina o la mejor artista argentina.

¿Y uno internacional?
También muchísimos. ¿Quién te podría decir? Hubo un artista que hizo una muestra en PROA que se llamaba Julian Rosefeldt que hizo una muestra que se llamaba Manifiesto. Eran 13 pantallas gigantescas donde ibas viendo cómo iban relatando los distintos manifiestos del arte con el lenguaje del cine.

¿Y qué opinás de los “me gusta” en las redes sociales?
Bueno, uno cae en la trampa. Todos decimos que no nos importa pero nos encanta esa cultura y a veces uno tiene que ser generoso en ponerlo o no ponerlo y es un juego. Es un momento en el que te distraes un poco y miras el panorama. Tampoco creo que sea tan interesante porque es tan fuerte la velocidad que pasa que vas scrolleando y no sé si llegás a ver tanto como para saber qué te gusta.  

¿Cómo influye la inmediatez en la que vivimos a la hora de crear?
Es complejo este tema. Es tal la velocidad a la que va el tiempo que en general siempre te estás sintiendo como que estás atrás. Si no estás presente en el like o en las redes sociales o algo por el estilo tenés como una corta vida y eso es muy ingrato porque no debería pasar por ese lado. Me parece que hay cosas muchísimo más profundas que eso pero hay que tenerlo en cuenta. Y si bien sirve como un gran método de difusión hay que tener un poquito de cuidado. No hay que darle tanta pelota.

¿Y cómo te definirías vos? Santiago Bengolea es…
Es un tema que estoy pensando mucho en este momento. No le encuentro la vuelta todavía. Durante mucho tiempo tuve ese debate mental. Si era curador o no lo era. Yo no soy académico, no estudié. En mi época prácticamente no se estudiaba eso sino que más bien formaciones institucionales o de trabajo, hice millones de cursos y maneras de estudiar distintas que no era ir a la Universidad. No me interesa encasillarme. Me parece que encasillarme en ser curador me limita. Me preguntaste en un momento si yo era artista o si no era artista y tampoco lo sé. Sé que tengo un mecanismo de trabajo mental que tiene que ver con el  mecanismo que tienen los artistas para trabajar, mucho más que el que puede tener un curador. Digamos que se basa en un relato a partir de la historia del arte y de sus investigaciones. Yo trabajo mucho más con la sensibilidad del artista. Trabajo para adelante con el artista. No me voy para atrás, digamos. Entonces me parece que es interesante en este momento de mi vida borrar esos límites. Salirme de ese lugar y trabajar verdaderamente en horizontalidad, o sea, del brazo del artista. Bueno, y en el caso puntual, así es SMOL en su arquitectura, que decidimos pintar el piso de blanco justamente para que lo que se destaque sea la obra. No hay límites, o sea que es como un sinfín de un estudio fotográfico. Cuando vos lo ves en la documentación o desde la vidriera en la calle te das cuenta que las obras están flotando. Un poquito eso es lo que mide mi definición también.

¿Cómo hace un artista para llegar a que vos lo acompañes?
Tengo que tener mucha empatía. No podría trabajar con artistas que no me interesan o que no haya afinidad o una sensibilidad común. Me ha pasado por ahí tener que trabajar por compromiso y no lo disfruto. Me parece que los que trabajamos en esto tenemos un inmenso privilegio que es disfrutar de lo que hacemos. Entonces no creo que nos tengamos que forzar porque para el artista probablemente también termine siendo incómodo trabajar conmigo. 

¿Qué es la justicia para vos?
Qué difícil es en este país hablar de justicia, ¿no? La justicia creo que es, frente a un hecho el sentido común. Más allá de los pensamientos personales o de lo que podría ser una ideología.

Fotografía: Avanti! Producciones