Tras la derrota electoral del oficialismo en las ultimas PASO, y en medio de la convulsión política que mantuvo al país en vilo por casi una semana, la Corte Suprema adelantó unos días la elección de sus autoridades y designó al ministro Horacio Rosatti como nuevo Presidente del máximo Tribunal y a Carlos Rosenkrantz como Vice. Así, el binomio “Ro Ro”, se hizo cargo del “poder” dentro la Corte.
Pero de la elección de autoridades no participó Ricardo Lorenzetti, ex titular del Tribunal, quien justamente aquel día de elección debió ausentarse por tener que asistir “a las reuniones del Unidroit” (por sus siglas en inglés, Instituto Internacional para la Unificación del Derecho Privado), donde actúa como miembro del Governing Council“.
Desde estas líneas nos preguntamos si esta actividad puede realmente ser más importante para un ministro de la Corte que la de asistir al acuerdo extraordinario del cual saldrá el próximo presidente del máximo tribunal. Desde estas líneas también nos respondemos: no, no lo es.
Lo cierto es que Lorenzetti estuvo ausente y, aunque Elena Highton de Nolasco pidió posponer la reunión, el voto se realizó igual con los tres miembros presentes: Rosenkratz, Maqueda y el propio Rosatti, que se votó a sí mismo.
Este último dato fue lo que llevó a Lorenzetti a hacer público un correo electrónico en el que se manifestaba en contra del modus operandi con que se llevó a cabo la elección (sin su presencia) y en el que criticaba que el propio Rosatti haya decidido votarse a sí mismo. De hecho citó la crítica que le había hecho el ex ministro Enrique Petracchi a su par Julio Nazareno, cuando éste hizo un “autovoto” para proclamarse presidente de la Corte Suprema.
El mail, la crítica, la comparación (¿es lo mismo Nazareno que Rosatti?) y el desencuentro llegaron a los medios y la posibilidad de una Corte quebrada se mostraba en todas las pantallas como una realidad.
Desde estas líneas nos preguntamos si esta actividad puede realmente ser más importante para un ministro de la Corte que la de asistir al acuerdo extraordinario del cual saldrá el próximo presidente del máximo tribunal. Desde estas líneas también nos respondemos: no, no lo es.
Así fue que una vez más Lorenzetti volvió a la carga pero esta vez con entrevistas televisivas, primero con Luis Novaresio en la señal A24 y luego con Eduardo Feinman por LN+. Las elecciones no parecen azarosas: programas exitosos en el prime time de los canales líderes de noticias.
Allí, bajo las luces de los sets de televisión, el ministro se mostró sonriente, conciliador y sereno: aseguró que no hay crisis dentro de la Corte, y que solamente expresó que no le parecía correcto votarse a sí mismo pero que no es momento para discusiones estériles ni mucho menos para “disputas de poder”.
Y otra vez las preguntas: ¿cuántas veces aparece un ministro de la Corte en televisión? ¿Cuántas veces este mismo ministro da varias notas periodísticas en una misma semana? ¿Realmente no hay crisis dentro de la Corte? Si no la hay, ¿por qué ir hasta los principales programas políticos del país?
En los pasillos de Tribunales los rumores son otros: que las iras del cortesano estaban fuera de control y que efectivamente sí existen disputas de poder y que en esta oportunidad a Lorenzetti le tocó perder. Así, aunque sabía que las cartas estaban echadas, decidió ir por más y al menos dejar la cancha marcada con su posición y su disgusto.
Ahora solo resta ver cómo se llevará el binomio “Ro Ro” con un Lorenzetti que dejó claro que no va a dejar pasar nada que no se ajuste a su criterio del bien y del mal. El tiempo lo dirá. Mientras tanto, en la Corte, una nueva etapa comienza.