“Tengo los remedios que la Ciudad necesita”

Doctor en Farmacia y Bioquímica y titular del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos (SAFYB), quiere suceder a Horacio Rodríguez Larreta y, aunque competiría dentro del mismo espacio, no teme realizar algunas críticas a la actual gestión. Dentro de sus propuestas, plantea la prioridad de los porteños en hospitales y transportes públicos, cuestiona el enorme gasto público e impulsa medidas polémicas en cuanto a la seguridad. 

El 2023 es un año electoral y, entre otros cargos, se pone en juego la Jefatura de Gobierno porteña. Si bien aún no se oficializaron candidaturas, Marcelo Peretta fue el primero en lanzar su campaña con apoyo del partido UNIR que preside Alberto Asseff, del ex senador Miguel Pichetto y de la precandidata a Presidente, Patricia Bullrich, entre otros. 

Peretta es, además de Doctor en Farmacia y Bioquímica, Secretario General del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos (SAFYB) y titular de la Confederación de Trabajadores y Empleadores (CTE). 

¿Qué te llevó a convertirte en dirigente sindical?
Vengo de la academia, ya que fui decano de una Facultad de Farmacia y Bioquímica, pero un día vi que los bioquímicos y los farmacéuticos estábamos precarizados, monotributando, sin convenio colectivo de trabajo que nos proteja y decidí meterme en el sindicalismo. Había colegios profesionales, pero no un sindicato de profesión. En ese momento crecían las cadenas de farmacias y el farmacéutico dejaba de ser el dueño de la farmacia y el bioquímico ya no era más el dueño de su laboratorio. Crecían las corporaciones, o sea los mega laboratorios y las cadenas de farmacias. Entonces con un grupo de compañeros conformé el Sindicato de Farmacéuticos y Bioquímicos para lograr protección laboral. En los últimos años me acerqué a la Comisión Directiva y después fui electo Secretario General. Hoy los profesionales de farmacia y bioquímica tienen un sindicato que los protege, un convenio colectivo de trabajo específico de la actividad, una obra social que atiende su salud y dirigentes ocupados de atender las necesidades de los dependientes. Siempre tuve pasión por el gremialismo y la política y fusioné ambas cosas: mi necesidad laboral y la de mis colegas, con la decisión de meterme para solucionar los problemas.

¿Cómo ves al sindicalismo en nuestro país?
Lo veo con una necesidad de cambio. El sindicalismo está antiguo, te diría vetusto, se quedó en 1945, en donde sí era de avanzada, porque Perón le otorgó derechos a los trabajadores que hasta entonces no tenían. El sindicalismo de hoy se quedó estancado y te habla de lo que Perón hizo hace setenta años. Estamos a las puertas del 2023 y es necesario modernizar los convenios laborales, la mayoría de los cuales se negoció en el año 1975 en donde la actividad laboral no tenía nada que ver con la de hoy. Ahora, hay que aclarar que modernizar no implica quitarle derechos al trabajador. No porque es imposible, porque cualquier ley que se apruebe aplicará de acá en adelante, y los derechos adquiridos no se tocarán. Si un trabajador ingresó a un trabajo bajo un determinado convenio, es decir con un determinado derecho laboral, nadie se lo puede quitar. El punto más álgido es la indemnización. Nosotros queremos cambiarla por un seguro de desempleo, pagado por el empleador, porque la indemnización funde a las pymes. En la conformación del salario hay varios ítems: el sueldo básico, los adicionales, los descuentos y todo lo demás. Proponemos que en esos descuentos esté ese seguro de desempleo, y que el empleador lo pueda ir conformando de a poco. Ese fondo quedará a disponibilidad del trabajador que, cuando se queda sin trabajo, automáticamente accede a ese dinero.

¿Qué son los flacos del sindicalismo?
Son unos 50 sindicatos con pocos afiliados pero bien administrados, que articulan su labor con empresas pequeñas y medianas, modernizan los convenios laborales, simplifican las altas y bajas de la registración laboral y promueven los cambios que generarán más trabajo. Estos sindicalistas no tienen prácticas mafiosas, no roban afiliados a otros gremios, no bloquean el ingreso y/o salida de gente, reclaman sin perjudicar a terceros, y lo más importante, no son empresarios mientras dura su mandato. Por ejemplo, yo no soy propietario de farmacias ni laboratorios, trabajo en forma dependiente. Estamos escribiendo las políticas laborales para aplicar en caso de que Patricia Bullrich sea presidenta.

En el sindicato lograste muchas cosas en poco tiempo: ¿Por qué decidiste volcarte a la política?
Porque me fue bien. En la pandemia, por ejemplo, fuimos de los pocos sindicatos que quedamos comprendidos en la esencialidad. No nos encerramos. Por supuesto que era una jugada riesgosa porque los bioquímicos y farmacéuticos que represento estaban en la primera línea de fuego. El sindicato los apoyó para cumplir su función, no era el momento de quedarse en la casa como otros trabajadores hicieron. Por ejemplo, el Estado cerró sus puertas y se olvidó de las otras necesidades de la gente. En cambio, los científicos, los policías, los farmacéuticos y demás profesionales de salud estuvimos ahí poniendo el hombro. Después de nuestro buen papel en pandemia me pregunté: ¿por qué no entrar en política?. Hay una máxima que dice que “no hay solución gremial sin solución política”, y yo me meto en política para resolver problemas políticos pero también para resolver los problemas de los trabajadores. Hace falta involucrarse para cambiar. 

En tu lanzamiento como precandidato a Jefe de Gobierno estuvo Alberto Asseff, líder del partido UNIR: ¿Cómo es tu relación con él?
Alberto es un gran dirigente político que empezó a acompañarnos en algunas actividades organizadas por la CTE. Él, con toda su experiencia y todo su equipo, se vino a Córdoba y a Necochea a participar de diversos plenarios de dirigentes. Incluso, como diputado nacional, nos acompañó al Banco Central para decirle ‘basta de imprimir dinero sin respaldo’, porque la inflación y la depreciación de los salarios está directamente ligada a la emisión descontrolada de pesos. Además, con la dirigente de UNIR Laura Adamoli estamos caminando juntos la Ciudad porque tenemos la misma mirada de qué de esta crisis se sale trabajando y produciendo.

¿La idea es que Laura Adamoli te acompañe en tu candidatura?
Eso tenés que preguntárselo a ella; a mí me encantaría que trabajemos juntos en este desafío de llevarle a los porteños nuestros remedios para solucionar la inseguridad, recuperar la cultura del trabajo, bajar los impuestos y el gasto público y resolver los demás problemas que tiene la Ciudad. Porque si bien comparada con otra provincia, CABA está mejor, los impuestos son altos, tiene déficit presupuestario en salud, no prioriza al porteño y no defiende bien la autonomía, al punto que la propia Cristina Kirchner se atrevió a ponerla en duda, a pesar de que desde 1994 somos el vigesimocuarto distrito del país. No se prioriza al porteño, parece que es la ciudad de todos y de nadie al mismo tiempo. Eso lo queremos cambiar y mejorar.

¿Y cuáles son esos remedios que proponen?
En primer lugar fortalecer la seguridad. Hay 11 mil cámaras pero mal distribuidas, mal mantenidas y desarticuladas. Se debe identificar a los que ingresan a la Ciudad porque algunos tienen antecedentes penales y pedidos de captura pero entran como “panchos por su casa”. En CABA viven tres millones de personas pero ingresan tres millones más durante el día. Muchos vienen a trabajar, estudiar o comprar, pero otros vienen a delinquir. Con tecnología podemos anticiparnos al delito, identificando al delincuente para impedir su ingreso. Hay que mejorar el salario de los 18 mil policías y respaldarlos en sus decisiones: si encarcelan delincuentes los vamos a premiar en vez de sumariarlos. Obviamente no hay que cometer errores pero si se cometen, hay que corregirlos, no condenar a ese policía y sacarle el uniforme como a veces se hace en pos de los supuestos “derechos humanos”. Eso es un error.

El segundo remedio es la voluntad de volver a trabajar. Hay que cambiar planes por trabajo, hay que terminar con la cultura del pobrismo y para eso hay que bajar los impuestos a las empresas para que contraten personal. Hay que habilitar los comercios más rápido y el planero deje de serlo y se convierta en trabajador, porque los planes sociales son una esclavitud que te hace depender de los “gerentes” de la pobreza que te exigen ir dos o tres veces por mes a una movilización. Cobran poco por no trabajar y sobrecargan al que sí trabaja, que debe pagar más impuestos para solventar estos subsidios. Esa es la grieta que quiero terminar: la que existe “entre el que trabaja y el que cobra sin trabajar”. 

El tercero es longevidad, vamos a convertir a Buenos Aires en el “club de los 120 años”. Mejoraremos la calidad de vida del porteño con charlas y con mejor atención de la salud del millón de jubilados que vive en CABA. Pediremos el traspaso del PAMI a la Ciudad, su administración y recursos, para eficientizar su funcionamiento. Implementaremos los “acompañantes” que dos veces por semana les tocarán el timbre y llevarán a pasear y ejercitarse a la plaza más cercana, oxigenándose, haciendo actividad física acorde y tomar vitamina del sol, y los “organizadores” de medicación, dado que los adultos mayores toman varios medicamentos simultáneamente y a veces los mezclan u olvidan tomarlos correctamente. Promoveremos la atención primaria desde los primeros años de vida. Necesitamos que el joven esté sano para que cuando llegue a adulto mayor siga sano. También recuperaremos la cultura de la actividad física continua y el deportismo, en las escuelas y fuera de ellas. El deporte tiene que ser una instancia obligatoria, no voluntaria. 

El cuarto remedio que promovemos es la austeridad. No hay que gastar tanto. La ciudad de Buenos Aires gasta dos millones de pesos diarios en publicidad, tiene diez ministerios, tres secretarías, dos subsecretarías, una Jefatura de Gabinete, una Vicejefatura de Gabinete, 60 legisladores y 107 comuneros, que a veces son becados. Hay que reestructurar el Estado porteño. ¿Hacen falta comuneros que por ley no tienen facultad para tomar decisiones? Creo que hay que reestructurar su función y con mi equipo estamos trabajando en eso. Bajaremos el gasto público y los impuestos.

El quinto remedio es prioridad. Primero el porteño en el transporte público, en los hospitales, en la posibilidad de recibir un crédito, etc. Hoy vas a un hospital a que te atiendan y resulta que en la cola tenés venezolanos, peruanos, bolivianos, cordobeses, entrerrianos…. Nosotros queremos que se atiendan todos, pero que si llega un porteño a la fila, éste tenga prioridad, porque es el que financia esta ciudad con sus impuestos. También será prioridad la casa propia, para ello fomentaremos la construcción sin afectar las fachadas ni la demolición de edificios antiguos que son una característica maravillosa de CABA. Hoy la tecnología permite construir cuatro o cinco departamentos sobre estructuras preexistentes, con los que se puede potenciar la oferta para vender o alquilar y así bajar los precios de las propiedades. 

Y el último de los remedios es la personalidad. Se puede tener las mejores ideas pero sin valentía para implementarlas no sirven de nada. Yo tengo buenas ideas y coraje para llevarlas adelante. No soy de los que tienen buenos proyectos y después se quedan de brazos cruzados, sin hacer nada. Quiero cambiar la Ciudad, tengo las ideas y el carácter necesario para hacerlas realidad.

¿Estás de acuerdo con la educación y la salud gratuitas?
Lo gratuito sale caro y lo terminamos pagando todos, inclusive aquellos que no acceden o usan. En la Argentina la salud es pública y gratuita pero tenés que tener salud privada (prepaga), porque sino no recibís buena atención. La educación es gratis, pero si tus hijos no van a una escuela privada no tienen clases y así todo. Creo que llegó el momento de ser auténticos, no políticamente correctos. Propongo un Estado más chico y eficiente, que controle pero que no gestione, que la gestión sea privada. Está demostrado en la gran mayoría de los casos, que cuando el Estado se convierte en empresario, fracasa y nos funde. El Estado tiene que fiscalizar que el privado sea eficiente, que brinde buen servicio y no se exceda con los precios, pero es el privado el que tiene que hacer la tarea.

¿Por qué sos crítico del Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta?
Me siento con el derecho a criticarlo porque soy porteño, nací, vivo y tributo en CABA. Considero que hay cosas que se han hecho bien como el Paseo del Bajo y los barrios nuevos, pero se gasta mucho en un momento en que debemos ser austeros. ¿Qué sentido tiene que rompan las mismas calles, veredas y plazas cada seis meses y las vuelvan a arreglar? ¿Por qué no las arreglan bien de una vez y duran tres años? Horacio no tiene que sentirse mal porque alguien de su mismo espacio le hace ver eso. Si él quiere ser Presidente, tiene que ser lo suficientemente amplio de criterio para aceptar propuestas para mejorar. Además, debe dedicarse a gobernar la Ciudad que es la mejor campaña; pero, por el contrario, creo que la ha abandonado.

Patricia Bullrich te acompañó en tu lanzamiento: ¿Cómo la definís?
Es una locomotora con una visión clara de lo que necesita Argentina en este momento. Ella entiende que hay que convocar al Ejército para defender el sur y combatir el narcotráfico, y hay que usar las fuerzas de seguridad más y mejor. Hoy el argentino sale y le roban el celular, el auto, y lo violan o matan por nada. Patricia es la que mejor interpreta lo que necesitamos. He caminado con ella: es una “rockstar”. La gente la ama y comparte su mirada de volver a la ley y al orden, y si la votan hará los cambios que hacen falta. Juntos por el Cambio tiene que tomar la decisión de ganar la elección pero hacer lo que hay que hacer. Hay que ganar para cambiar y el cambio debe ser rápido porque lo que no cambias en los primeros meses, no lo cambias más. Va a doler pero es como cuando tenés una uña encarnada: si demoras en sacarla, se infecta y después hay que cortar el dedo y eso es lo que la gente no quiere. Patricia tiene una decisión clara y firme, está preparada y convencida que va a ser Presidenta y muchos estamos trabajando para que lo sea. 

¿Cuál es el principal desafío de la oposición de cara a las elecciones del 2023?
Primero saber que hay que estar unidos para ganar, y ganar para cambiar. No sirve ganar para no cambiar nada. Si dijimos que vamos por la reforma laboral, vamos por la reforma laboral; si dijimos que vamos a bajar los impuestos, vamos a bajar los impuestos; si dijimos que vamos a potenciar las fuerzas de seguridad y pagarles más para que nos cuiden, hay que hacerlo. Las chicanas son parte del folclore y no me parecen mal, pero es necesario que cuando se constituya la alianza electoral se escriban y se suscriban las políticas básicas a implementar. No es cuestión de que una vez sentado en la banca de diputado se piense distinto. Los que cambian de opinión después de que asumen le hacen mucho daño a la política. Hay que ser claros y sinceros y la gente nos va a acompañar. La elección del 2023 se gana diciendo la verdad. 

¿Qué es la justicia para vos?
Es lo esencial. Vivimos en una sociedad en donde la justicia tiene que recuperar su papel clave y se garantice que todos seamos iguales ante la ley. Que no sea solamente un dicho. Muchas veces se ve que el rico o poderoso tiene acceso a una justicia que el pobre no tiene. La Justicia tiene que mejorar, evolucionar, eficientizarse; hay terminar con la “familia judicial” en donde no se ingresa a la carrera por conocimientos. Así volveremos a respetar a la justicia, a los jueces y a sus sentencias, y si cometemos alguna ilegalidad sabemos que nos espera un castigo. Lamentablemente hoy no se respeta la justicia. Yo sí la respeto: considero que la justicia es un poder independiente y autónomo, me gusten o no me gusten los fallos que emite.

Fotografía: Avanti! Producciones