El juez federal Ariel Lijo resaltó el impacto humano y social del Papa Francisco, subrayando su ejemplo de inclusión, compasión y responsabilidad. Un mensaje clave para el Poder Judicial.
En palabras del juez federal Ariel Lijo, Francisco fue “un hombre simple, austero, de legados trascendentes en términos de inclusión, de misericordia, de compasión por quienes se encuentran fuera del sistema, los que menos tienen, los más humildes, los excluidos”. La definición no sólo retrata una figura espiritual, sino también una referencia moral y política para tiempos complejos.
El magistrado destacó el legado del Pontífice como una apuesta por “puentes y no de muros”, una metáfora que sintetiza la vocación por el diálogo, la paz y la integración. El mensaje de Francisco fue, en su visión, una guía de conciencia sobre el cuidado del planeta y el uso responsable de la tecnología, siempre con una mirada puesta en el desarrollo desde lo social.
Pero Lijo no se limitó a lo espiritual. También apuntó a la responsabilidad del sistema judicial frente a desafíos globales. En un pasaje clave de su declaración, subrayó: “Y un mensaje para los jueces y fiscales de sacrificio, esfuerzo, valentía y dedicación en favor de las víctimas de trata de personas y del crimen organizado en todas sus formas”.
El magistrado trazó un vínculo directo entre la prédica de Francisco en Argentina y su acción como líder de la Iglesia: “Todo lo que predicó como sacerdote en Argentina lo desarrolló como Sumo Pontífice”. Para Lijo, esa coherencia no es menor: se trata de una continuidad ética que marca diferencia en la esfera pública.
A modo de conclusión, Lijo definió la partida del Papa como “una pérdida enorme para la humanidad”.