En la inauguración del edificio de Pellegrini 313, la presidenta del Tribunal Superior Justicia (TSJ) Inés Weinberg sostuvo que “a la Justicia Nacional le cuesta aceptar nuestra competencia”. El acto fue un hito arquitectónico y político en la puja por la autonomía judicial de la Ciudad.
El edificio racionalista diseñado por Mario Roberto Álvarez en los años ‘60 abrió sus puertas como segunda sede del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de la ciudad de Buenos Aires. Quorum participó de la ceremonia, realizada este martes, que reunió a autoridades porteñas y nacionales, representantes de la magistratura, colegios de abogados y asociaciones profesionales.
La nueva sede está ubicada en Carlos Pellegrini 313, a pasos del Obelisco, y fue concebida por el reconocido arquitecto entre 1963 y 1965, exponente del movimiento racionalista internacional en Argentina. Con una superficie de 4.000 metros cuadrados distribuidos en planta baja, entrepiso, dos subsuelos y once pisos, el inmueble fue restaurado integralmente para adecuarlo a los requerimientos actuales de funcionalidad, accesibilidad y sustentabilidad.
El edificio había sido sede del Ministerio de Salud porteño y fue transferido al TSJ tras un proceso de restauración a cargo del Poder Ejecutivo local. Hoy alberga dependencias clave: la Dirección General de Administración, la Sala de Audiencias Públicas, el área de Jurisprudencia, las oficinas de Género e Innovación y el Centro de Formación Judicial. La mudanza involucró a un centenar de funcionarios y empleados.




Weinberg: “El desafío es aunar esfuerzos para no perjudicar al ciudadano”
En su discurso, la presidenta del TSJ, Inés Weinberg, subrayó que la expansión edilicia del tribunal es parte del proceso de consolidación de la autonomía judicial de la Ciudad, reconocida tras la reforma constitucional de 1994.
Recordó que el fallo de la Corte Suprema en la causa Ferrari contra Levinas confirmó al TSJ como última instancia revisora de los recursos contra decisiones de las cámaras nacionales con asiento en Buenos Aires.
“A la Justicia Nacional le cuesta aceptar nuestra competencia. El desafío es aunar esfuerzos para no perjudicar al destinatario de nuestra labor, que en definitiva es el ciudadano”, enfatizó la magistrada. También destacó que entre enero y agosto de este año ingresaron 3.917 causas al tribunal, de las cuales 2.884 derivan de esa doctrina: 2.551 laborales, 259 civiles y comerciales, y 64 penales.
Weinberg agradeció el apoyo del Poder Ejecutivo porteño y especialmente al Jefe de Gobierno por la cesión y puesta en valor del inmueble: “Le agradecemos la oportunidad de habitar ésta, nuestra segunda casa en la Ciudad”.

Jorge Macri: “Seguiremos reclamando con firmeza la transferencia de competencias”
El jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, celebró la inauguración como un “hito significativo en la madurez institucional y en la autonomía” de la Ciudad. “Hoy estamos recuperando un ícono del patrimonio porteño y del modernismo argentino. Pellegrini 313 recupera su esplendor y vuelve a estar en funcionamiento”, señaló.
Macri remarcó que la autonomía porteña no debe ser “sólo formal y declamativa, sino real y efectiva” y vinculó este objetivo a la necesidad de completar la transferencia de competencias en materia penal, civil y comercial:
“Que se entienda bien: no pedimos privilegios ni concesiones, simplemente el cumplimiento de la Constitución. Tal como lo confirmó recientemente el fallo Levinas, reclamamos igualdad de condiciones para asumir con plena responsabilidad el ejercicio de nuestros derechos y el cumplimiento de nuestras obligaciones”.
El mandatario destacó además la importancia de un Poder Judicial autónomo y moderno para la seguridad jurídica y el desarrollo económico: “Tal vez suene anecdótico, pero en este pequeño punto del mapa argentino se produce uno de cada cinco pesos, dólares, pónganlo en la moneda que quieran: el 20% del PBI ocurre acá. Eso demuestra la necesidad de un poder judicial completo y eficiente”, afirmó.

Un patrimonio al servicio de la Justicia
La puesta en valor del edificio no sólo implicó la restauración de su fachada racionalista, sino también la incorporación de espacios inclusivos -como un lactario y sanitarios adaptados- y la actualización tecnológica de todas sus instalaciones.
El legado de Álvarez, autor de hitos como el Teatro General San Martín, la Torre IBM de Retiro, el Hotel Costa Galana y las torres Le Parc, se suma ahora a la historia judicial de la Ciudad. “Que la belleza y el valor del patrimonio que recuperamos nos inspire en este esfuerzo por consolidar un servicio de justicia cada vez más ágil, eficiente y cercano”, concluyó Jorge Macri en su discurso.
En las primeras filas se ubicaron el ministro de Justicia porteño Gabino Tapia; el secretario de Justicia Francisco Quintana; la defensora General de la Ciudad Marcela Millán; los consejeros nacionales Alberto Máques y César Grau; los consejeros porteños Manuel Izura, Martín Converset y Gabriela Zangaro; la jueza porteña Carla Cavaliere; el secretario General del Colegio Público de la Abogacía de la Capital Federal y el procurador General de la Ciudad Gabriel Astarloa.

La batalla sin fin
Desde el fallo Levinas varios jueces nacionales han mostrado resistencia a que sus resoluciones sean revisadas por el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad, argumentando, entre otras razones, que fueron designados por el Senado de la Nación. Esta postura demoró la aplicación de un esquema que forma parte de la autonomía porteña reconocida en la Reforma Constitucional de 1994.
En la práctica, la implementación enfrenta obstáculos concretos: el TSJ ya acumula más de 3.000 expedientes, pero no logra notificar a todas las partes debido a que las cámaras nacionales se niegan a remitir la información de los demandados. A ello se suma que, hasta el momento, la Corte Suprema no habilitó el acceso al sistema Lex, lo que limita el avance de los procesos.
El TSJ estrena una sede que combina modernismo arquitectónico y eficiencia funcional, pero la verdadera prueba no está en el esplendor de Pellegrini 313, sino en la capacidad de la Ciudad para ejercer sin condicionamientos las competencias que la Constitución de 1994 le reconoció. Entre patrimonio y poder, la autonomía judicial de Buenos Aires sigue siendo un capítulo inconcluso

