En el décimo episodio de su podcast, el juez de la Corte Suprema de Justicia analizó los desafíos del liderazgo en el siglo XXI y reflexionó sobre la crisis de las democracias representativas y la necesidad de construir consensos en sociedades polarizadas.
En un nuevo capítulo de su podcast, el ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Ricardo Lorenzetti, abordó una temática que, según él, define los dilemas contemporáneos: cómo ejercer liderazgo en un tiempo de incertidumbre, fragmentación y desconfianza social.
Lorenzetti planteó que el liderazgo del siglo XXI “tiene que resolver el problema de hacer la democracia eficaz, porque de lo contrario se caerá en el autoritarismo”. En su visión, “el liderazgo del orden está en extinción, porque fracasa. El liderazgo del caos es el que entiende que hay sistemas complejos”.
Según explicó, estos sistemas “no tienen un centro de control, sino múltiples factores que interactúan entre sí todo el tiempo”, por lo cual la tarea del conductor no es imponer decisiones, sino “observar cómo funcionan hasta que encuentren un punto de equilibrio”.
Ese enfoque, destacó, implica un cambio de paradigma: “El paso de las jerarquías a las redes. Aprender a conducir sistémicamente es tener en cuenta la incertidumbre, la complejidad y las acciones conjeturales. Son todas técnicas de conducción de las redes, pero las redes hoy es el modo en el cual se está produciendo la gobernabilidad”.
Uno de los ejes del episodio estuvo dedicado a la crisis de las democracias modernas. Lorenzetti consideró que hoy “la democracia de argumentos se ha devaluado y hemos pasado a una democracia de imputación”. Según su análisis, esa dinámica alimenta la polarización y el descrédito de las instituciones: “Hoy proliferan las imputaciones, las denuncias, el vacío, pero no hay argumentos, entonces es muy importante recuperar los argumentos. Las decisiones duras adoptadas internamente en grupos de dirigentes lanzadas a la sociedad no son la mejor manera de trabajar en el siglo XXI, porque, generalmente, son las que producen rechazo, producen imputaciones, producen acusaciones y, finalmente, paralización”.
Como alternativa, propuso avanzar hacia una “democracia reflexiva o ampliada”, en la que los grandes temas se discutan antes de decidir. “Promover la discusión de los grandes temas primero, y luego adoptar la decisión. Hacer trabajar a la democracia es eso: que haya debate, que haya discusión”.
El magistrado explicó que la gobernabilidad actual requiere “una democracia eficaz, despolitizar la gestión y reemplazar la burocracia de amigos por la competencia, el mérito y la incorporación de tecnología”. En esa línea, destacó el potencial de la inteligencia artificial para mejorar la eficiencia del Estado, siempre que su uso se oriente a resolver los problemas concretos de la sociedad.
El juez también se detuvo en las consecuencias de la polarización política. “La gran tarea del conductor no es inclinarse por uno de esos sectores”. A su juicio, el liderazgo no debe fundarse en verdades parciales, sino en la búsqueda de puntos de encuentro: “El gobernante debe detectar dentro de cada movimiento los elementos que puedan ser comunes dentro de cada tema”.
Finalmente, Lorenzetti planteó que la salida a la crisis de liderazgo global exige recuperar un “humanismo sistémico”. En sus palabras: “El tema central que hoy se discute es la posibilidad de que los humanos no seamos tan importantes, porque las tecnologías nos desplazan o nos controlan.” Frente a esa amenaza, propuso un modelo basado en la integración con la naturaleza y la sociedad: “Es un humanismo que solo alcanza su plenitud si respeta la naturaleza y si es socialmente vinculado. Nadie se salva solo. Yo creo que tal vez lo más importante es poder construir un movimiento en el cual haya una identidad colectiva, una identidad común, un nosotros, un nosotros integrado por valores que no solo nos unen, sino nos dan identidad, la libertad, la igualdad, la lucha contra el autoritarismo, la defensa del estado de derecho, la lucha contra la destrucción de la naturaleza, contra la discriminación, contra aquellos que están tratando de eliminar una sociedad diversa y multicultural. Todo esto nos une, y entonces esta es la gran tarea, la gran agenda del siglo veintiuno, defender un humanismo sistémico, defender lo humano”.