“La psicología del testimonio”, el recurso judicial que podría hacer caer una condena por homicidio

La defensa de Alan Schlenker -ex jefe de la barra brava de River Plate- presentó un recurso extraordinario ante la Cámara de Casación bonaerense. El planteo introduce la “psicología de la memoria” como eje central, cuestiona la validez del testimonio que lo incriminó y busca abrir un debate sobre cómo deben valorarse las declaraciones de testigos en la Justicia argentina.

Alan Schlenker, ex jefe de la barra brava de River Plate, pidió en la Cámara Penal de Casación bonaerense que revisen una de sus condenas por homicidio basándose en un recurso judicial inusual: la aplicación de la “psicología del testimonio”. El escrito, presentado por su abogado Fabián Camaño y acompañado por la Fundación Jeffrey Deskovic, cuestiona la sentencia dictada en la denominada “causa Sanzi”, en la que se lo condenó en 2015 a 12 años de prisión por el asesinato de Mario “Popo” Sanzi, ocurrido en 2001 en Munro.

El argumento central de la defensa es que la única prueba decisiva fue el relato de una testigo, prima de la víctima, que recién diez años después del hecho aseguró haber presenciado el ataque e identificó a Schlenker como el autor. Según Camaño, “en la causa Sanzi, la única evidencia que existía en contra de Alan era el testimonio de una mujer que dice haber presenciado el hecho, pero que recién 10 años después manifestó que estuvo presente y que vio cómo Alan fue la persona que asesinó a su primo”.

El planteo se aparta de las hipótesis anteriores -que atribuían la aparición de la testigo a maniobras de allegados a la víctima o dirigentes del club- y se centra en un enfoque estrictamente científico. La presentación incorpora un informe pericial de la psicóloga norteamericana Deah Quinlivan, discípula del reconocido experto Gary Wells, y en línea con las investigaciones de Elizabeth Loftus, pionera en el estudio de la falibilidad de la memoria.

La Fundación Deskovic respalda el reclamo en la causa por el homicidio de Mario Sanzi, en defensa de Alan Schlenker.

El recurso sostiene que diversos factores alteran la capacidad de recordar con precisión: el paso del tiempo, la oscuridad del lugar, el estrés, el miedo y, en particular, el denominado “weapon focus”, fenómeno por el cual la presencia de un arma concentra la atención del testigo en ese objeto e impide registrar otros detalles de la escena. Según la defensa, todos esos elementos estaban presentes en la madrugada del crimen y debieron ser considerados por el tribunal antes de dar por válido el testimonio.

Además, se remarca que la identificación de Schlenker no se realizó en una rueda de reconocimiento formal sino a partir de lo que la testigo dijo haber visto en televisión. Para la defensa, esa circunstancia vuelve el reconocimiento sugestivo y altamente cuestionable.

El escrito también cita antecedentes locales e internacionales. Menciona fallos recientes de la Cámara de Casación Penal bonaerense y de la Corte Suprema de Jujuy que incorporan la psicología del testimonio como parámetro de valoración probatoria, así como el caso “Henderson”, dictado en 2011 por la Corte Suprema de Nueva Jersey, considerado un hito en materia de testigos oculares. “Ambiciosamente buscamos un cambio de paradigma -explica Camaño a Quorum-: que deje de valorarse el testimonio desde un punto de vista subjetivo, porque el juez simpatiza con el testigo o le cree, y que empiece a valorarse desde una perspectiva científica”.

La defensa también sumó el respaldo de Jeffrey Deskovic, un activista estadounidense que pasó 16 años preso por una condena basada en un testimonio erróneo y fue luego exonerado gracias a un cotejo de ADN. Su experiencia, junto al trabajo de organizaciones como Innocence Project, refuerza la advertencia de que los errores de identificación son una de las principales causas de condenas injustas en el mundo.

En este marco, el recurso solicita la anulación de la condena o, en su defecto, la realización de un nuevo juicio en el que se tengan en cuenta los estándares de la psicología de la memoria. “La evidencia científica demuestra que el testimonio que se usó para condenar a Alan incumple con los parámetros de fiabilidad que hoy la ciencia considera indispensables”, sostiene Camaño.

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