El ex Senador, Juez de la Nación y Procurador recibió a Revista Quórum en su despacho para hablar de diversos temas. La Corte Suprema, el Consejo de la Magistratura, el nuevo Código Procesal Penal, los desequilibrios en la Justicia Federal, el narcotráfico en Rosario, su experiencia en diferentes cargos, y más…
¿Qué creés que es lo que te llevó a ser un hombre tan respetado tanto en el ámbito político como judicial?
Siempre me caractericé por trabajar con la idea del consenso y del respeto por la opinión del otro. La idea de la no imposición de un criterio por el hecho de que uno tuviera mayor formación o experiencia en tal o cual materia. Eso lo descubrí como Legislador. Por otra parte, cuando fui juez siempre me preguntaba… ¿Qué les pasa a los legisladores que hacen leyes tan imperfectas, aún cuando disponen de juristas que les indican cómo deben ser ciertas cuestiones? Y ahí aprendí que una ley, cualquiera sea, no sale de un laboratorio técnico y se convierte en ley, sino que pasa por un proceso de discusión, debate y consenso, y eso termina dando un producto final que es esa misma ley, y que precisamente no se corresponde con aquel modelo de “laboratorio teórico” con el cual ingresó a su discusión. La mejor Ley, además de ser la que tiene el mejor contenido y mejores mecanismos que permita resolver los problemas para los cuales fue creada, es la que logra el consenso. Éste no solamente debe surgir entre los que votan una ley, sino que también es fundamental que se logre con los responsables del proceso de aplicación, con jueces y fiscales, ya que muchas veces en esta instancia surgen interpretaciones diferentes que dificultan su implementación. Un ejemplo de esto es la conocida ley “Probation” (suspensión de juicio a prueba) creada en la Presidencia de Raúl Alfonsín para los delitos menores que tuvieran penas previstas para menos de tres años, que logró crearse pero que encontró diferencias en el proceso de aplicación. Además hoy en día también resulta determinante el consenso con las organizaciones civiles vinculadas con la justicia, que intervienen directamente en las problemáticas actuales. El consenso general, sin dudas, logra enriquecer una ley. Así y todo, por más consenso logrado en diferentes ámbitos, una ley puede terminar fracasando o siendo deficiente exclusivamente debido a la falta de una asignación presupuestaria y una reforma estructural por parte del órgano administrador del momento que permita llevarla a cabo.
Siempre me caractericé por trabajar con la idea del consenso y del respeto por la opinión del otro.
Fuiste Senador por la Provincia de Salta, Juez de la Nación, Procurador, y sos Asesor del Consejo de la Magistratura, ¿Cuál creés que es tu mejor legado al día de hoy?
No sé si podría hablar de legado. Sí tuve la posibilidad, a través de distintos abordajes y diferentes puntos de acción, de abarcar una misma problemática relacionada a uno de los mayores inconvenientes que tiene la Argentina hoy. Me refiero a la Justicia Federal y su dependencia de un procedimiento totalmente vetusto e incapaz de abordar las cuestiones ligadas al delito moderno, organizado y complejo. Sobre esto tenía una visión cuando lo veía como Procurador, tenía otra cuando lo veía como Juez, y creo que como Legislador completé un círculo que me permitió ampliar la visión sobre cómo abordar las problemáticas del proceso penal en Argentina.
Fuiste uno de los principales protagonistas de la Reforma del Código Procesal Penal ¿Qué nos podés resumir de aquella experiencia y cómo está su aplicación en la actualidad?
En principio participé activamente en la sanción originaria del nuevo Código acusatorio, que fue en el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner a fines del año 2014. Allí trabajé en un proceso muy interesante, participativo y similar al que se dictó para el Código Civil y Comercial de la Nación, con mucha consulta y consenso y arduo debate. Luego me tocó en la época de Mauricio Macri como presidente discutir una actualización de ese mismo Código Procesal Penal, que aún no había empezado a regir porque recordemos que luego de su sanción se suspendió su ejecución; sucedió que ellos tenían la visión de realizar una reforma mucho más amplia, pero nosotros logramos acotar el contenido coincidiendo en lo fundamental de transformar el contenido acusatorio, hasta llegar al actual formato que está en vigencia al día de hoy. Además logramos darle inicio a la reforma, haciendo que entre en vigencia en las provincias de Salta y Jujuy.
¿Y qué sucede con las demás provincias?
Este Código tiene una particularidad: no puso la ejecución en un órgano ejecutivo, lo que hubiese sido lo más tradicional, sino en un órgano deliberativo como es una Comisión Bicameral del Congreso de La Nación, al cual la propia ley le dio funciones de poner en vigencia el Código en las distintas jurisdicciones federales del país, en forma progresiva. Ya por el fin de mi mandato al frente de la Comisión y retirándome como senador, habíamos dispuesto que esta progresividad que tuvo inicio en Salta y Jujuy continuará en las provincias de Mendoza y Santa Fé, porque estas jurisdicciones
ya disponen de una cultura jurídica similar y una aproximación mucho mayor a la práctica de este nuevo sistema acusatorio. Pero lamentablemente, por el momento, en el gobierno actual no se ha sostenido una decisión de ir avanzando en estos procesos.
El proceso de la reforma atravesó al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y al de Mauricio Macri ¿En esta materia también se filtró la grieta?
Lamentablemente la grieta es un fenómeno que se presenta en todos los ámbitos. Creo que se sale de ella proponiendo temas y debates donde los contendientes de la grieta puedan ponerse de acuerdo. Y el sistema del Código Procesal Penal puede ser un buen ejemplo, sobre todo porque tiene la impronta de los dos gobiernos mencionados. Más allá de algunas modificaciones, durante ambas gestiones se trabajó en el mismo sentido. No sé si hay muchos aspectos de política de estado que puedan presentar esta fortuita característica, pues lo usual pareciera ser que el gobierno entrante borre de un plumazo lo hecho por el gobierno anterior.
¿Cuál es el principal conflicto que atraviesa el Consejo de la Magistratura y cómo se soluciona? ¿Qué opinás de la llegada del Presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, al frente del Consejo, y la posterior jugada de CFK al partir el bloque del Frente de Todos para designar su propio candidato al órgano?
La mayor problemática del Consejo es sin duda la parálisis por la que atraviesa, derivada de su indefinición sobre su rol institucional. Si bien la Corte actuó bajo parámetros legales ratificando un fallo de la Cámara en lo Contencioso Administrativo Federal que ya declaraba inconstitucional la actual conformación del Consejo, lo cierto es que se pronunció luego de seis años, un intervalo demasiado largo en el cual el Congreso de la Nación debió tomar la iniciativa y ponerse de acuerdo en un modelo nuevo. Más allá de que hoy en el Consejo debe implementarse el modelo originario, creo que todavía tenemos la oportunidad de hacerlo. Yo ya no formo parte del Congreso pero espero que exista desde este ámbito la madurez suficiente como para llevarlo a cabo. Respecto a la llegada de Rosatti al frente del Consejo de la Magistratura, el viejo modelo que se volvió a poner en funcionamiento ya preveía la Presidencia del Consejo para el Presidente de la Corte, por ende no queda otra alternativa que hacerlo de ese modo. Y en cuanto a la partición del bloque del Frente de Todos, es inobjetable desde un punto de vista legal, y hasta la Justicia parece decir que no puede entrometerse en actos privativos de otros órganos, en este caso del Poder Legislativo. Sin embargo, me parece que no todo lo que es legal es legítimo o es bueno. El espíritu de la ley respecto a las minorías está lejos de resolverse con una partición de un bloque mayoritario, porque de ser así, si se tomara esto como sistema, el bloque mayoritario con particiones programadas podría copar siempre los cargos que le corresponden a la minoría.
¿Cuánto tiempo más puede seguir funcionando la Corte Suprema con apenas tres miembros? ¿Qué debe tener la persona que vaya a reemplazar a Elena Highton de Nolasco?
Si hay una ampliación de la Corte, no puede ser producto de una especie de espasmo de un sistema político que no le gusta la Corte actual. La modificación debería tener un fundamento y un debate serio y desprovisto de intentos de dominarla. Hoy en día vemos en muchos pregoneros de ampliar la Corte un intento de dominación, aunque por supuesto es en vano porque no lo van a lograr. Cualquier debate que tenga ese origen espurio, yo no lo comparto. En relación al reemplazo de Elena Highton De Nolasco, creo que por lo pronto debería ser una mujer que en principio tenga un plus en su formación jurídica, algo común para todos los aspirantes a semejante cargo.
Pero además me parece que debe tener un compromiso expreso en las cuestiones de género. Hoy hay toda una visión nueva de los aspectos jurídicos surgida desde la perspectiva de género, y sería excelente que esa visión estuviera corporizada y personificada en alguien que forme parte de la Corte, para que pueda ser también una especie de controlador cuando esas cuestiones aparecen ausentes dada la cultura jurídica dominante que muchas veces aún persiste en Argentina.
Hoy hay toda una visión nueva de los aspectos jurídicos surgida desde la perspectiva de género, y sería excelente que esa visión estuviera corporizada y personificada en alguien que forme parte de la Corte.
¿Cómo ves hoy el vínculo entre los tres Poderes de la Nación?
Hoy en día como se puede ver públicamente no parece haber diálogo suficiente, y eso es un gran defecto en esta época. Debieran escucharse más entre todos, y esto no tiene nada que ver con domesticar o que un Poder le diga al otro qué es lo que tiene que hacer. Simplemente se trata de un diálogo institucional que debería existir. Yo entiendo que muchas veces es difícil, pero esto no significa que no haya que plantearlo. Reitero, sin susceptibilidades ni intentos de que un Poder se quiera imponer a otro. ¿O quién podría asegurar, por ejemplo, que la situación exasperante de la ciudad de Rosario con el narcotráfico no requiere de un diálogo entre los tres Poderes?
¿Cómo podría comenzar a resolverse la situación en Rosario?
En este caso estamos viendo una impotencia absoluta del sistema judicial establecido para abordar este fenómeno, aunque por supuesto la raíz de esta crisis es multi-causal y es derivada de los problemas del tipo social, cultural y educativo, del sistema policial… Desde el punto de vista judicial, estamos hablando de una Justicia Federal que nació demasiado chica como para absorber semejante colapso y desborde, más allá de la esforzada acción de esos jueces y fiscales federales que con ese grado de inferioridad de condiciones, siguen dando la batalla. Eso quiero rescatarlo. El problema no es de ellos, sino de un Estado que, más allá de mandar tropas de gendarmería cuando las papas queman, debería encarar una reforma estructural.
¿O quién podría asegurar, por ejemplo, que la situación exasperante de la ciudad de Rosario con el narcotráfico no requiere de un diálogo entre los tres Poderes?
¿Cuáles son los principales conflictos en el diseño de la Justicia Federal?
Comenzaría mencionando la deformidad que tenemos a la hora de mirar a la Justicia Federal a la luz de Comodoro Py, cuando en verdad eso es sólo un aspecto. En el interior del país, los problemas de la Justicia Federal son otros. No es la politización de la justicia ni la judicialización de la política. Lo que advierto es que existe una enorme e injustificada desproporción entre la Justicia Federal de la Ciudad de Bs.As y la Justicia Federal del Interior, porque en la Ciudad hay tres millones de habitantes que tienen una JusticIa Federal enorme y de todos los fueros, mientras que la Justicia Federal del Interior, con una problemática mucho mayor en cantidad de casos y delitos de delincuencia compleja, tiene una estructura infinitamente inferior. Basta comparar los volúmenes de trabajo que tiene cada una para darse cuenta. La diferencia entre ambas es irritante y no tiene ninguna proporción lógica. Los porteños no solo tienen esta Justicia Federal sino que además tienen la Justicia Nacional. Así la cosa no puede andar. Un Gobierno Federal debe poner el eje en esta cuestión. La solución no es hacer crecer la Justicia Federal de Comodoro Py, sino comenzar a pensar en la Justicia de todo el país. Repito una idea que mencioné alguna vez: ¿Por qué la jurisdicción Federal de la Ciudad debe estar en los límites de la Ciudad? ¿No podemos hacer una jurisdicción federal más grande abarcando por ejemplo San Isidro, San Martín, Avellaneda… y utilizar a esa mega estructura Federal de la Ciudad no solamente para tres millones de personas sino también para distritos que involucren zonas muy complejas?
La solución no es hacer crecer la Justicia Federal de Comodoro Py, sino comenzar a pensar en la Justicia de todo el país.
¿Qué cargo disfrutaste más?
En el cargo de Legislador te toca representar directamente a mucha gente y te genera una responsabilidad especial que querés satisfacer. Creo que en cada uno de los temas que encaré, estuvo presente en mí esa idea del mandato. En el caso de la Justicia se pone en juego la relación de uno con la ley, y entre otras cuestiones, aprendí que tanto la víctima como el imputado tienen un rostro concreto… una problemática concreta, una familia… y que un juez, sin apartarse de la ley, siempre debe tener una visión de las cuestiones humanas.
¿Qué consejo o enseñanza le transmitirías a un estudiante de derecho?
Le diría que el derecho es fascinante. Que trate de aprovechar su etapa universitaria para formarse lo mejor posible, porque es una instancia insustituible. Yo sé que hoy en día en muchos casos se estudia bajo muchas exigencias, se debe cursar y trabajar al mismo tiempo por una cuestión de subsistencia… Pero es importante sacar provecho de ese momento, porque luego a la hora de aspirar a cualquier cargo, esa formación le será fundamental.
¿Qué actividades te gustan realizar fuera del trabajo?
La verdad es que me gusta mucho leer sobre diferentes cuestiones ligadas al derecho y estar actualizado. También hago alguna que otra actividad deportiva.