domingo, febrero 16, 2025
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Germán Garavano: el hombre de las estadísticas

 

DESDE MUY CHICO RECORRIÓ LOS PASILLOS DE TRIBUNALES Y TUVO LA SUERTE DE COMPLETAR LA CARRERA JUDICIAL IDEAL EN RELATIVAMENTE MUY POCO TIEMPO. GERMÁN GARAVANO SOSTIENE QUE NO SÓLO SE TRATA DE SUERTE Y DE OPORTUNIDADES, SINO QUE EL ESFUERZO, EL COMPROMISO Y LA DEDICACIÓN HICIERON POSIBLE SU LUGAR DENTRO DE LA HISTORIA ARGENTINA. HA PASADO POR CARGOS COMO CONSEJERO DEL CONSEJO DE LA MAGISTRATURA DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES, JUEZ DE JUZGADO PENAL, VICEPRESIDENTE DEL CONSEJO DIRECTIVO DEL CENTRO DE ESTUDIO DE JUSTICIA DE LAS AMÉRICAS, FISCAL GENERAL DE LA CAPITAL FEDERAL HASTA MINISTRO DE JUSTICIA BAJO LA PRESIDENCIA DE MAURICIO MACRI.

UNA PERSONA QUE MARCÓ EL CAMINO TECNOLÓGICO DENTRO DEL SISTEMA DE JUSTICIA, ENTENDIENDO QUE PARA GENERAR UN CAMBIO HAY QUE CONCENTRARSE EN LAS ESTADÍSTICAS Y LOS ANÁLISIS DE DATOS, SACANDO LA LUPA DE ALGUNOS JUZGADOS Y ENTENDIENDO EL SISTEMA COMO TAL, UN CONJUNTO QUE DEBE SER ANALIZADO DE MANERA OBJETIVA PARA LOGRAR UNA EFICIENCIA EN LA ACCIÓN.

 

Tu historia habla de un hombre considerado con nuevos emprendimientos relacionados con el mundo del derecho. Entendemos que además de tu esfuerzo constante, fuiste recibiendo ayuda para poder llegar a ocupar los cargos que has ocupado. ¿Sentís que la vida te acercó pequeñas ventajas que han hecho posible tu ascenso en cargos tan prestigiosos como fiscal general de la Capital Federal y ministro de Justicia de la Nación?

Mi padre era abogado y me llevaba de muy chico a Tribunales, eso me permitió conectarme desde muy temprano con el tema. Ingresé trabajando de meritorio de muy joven, antes de empezar la facultad, en un juzgado federal penal. Cuando mi padre falleció, que fue muy rápido, muchas personas que conocían mi forma de trabajo y valoraban mucho el esfuerzo que le ponía para hacer las cosas bien, con seriedad, responsablemente, me ayudaron en mi carrera. Yo siempre fui muy exigente con el trabajo y tuve la suerte de tener buenos jefes y profesores que me enseñaron y apreciaron el trabajo que yo hacía. Así que siento que fue más eso que una ayuda especial por la cual llegué a ser fiscal general y luego ministro. Y siento que hay un espacio grande de trabajo para la gente que se esfuerza y aborda el trabajo con profesionalismo, eso no hay que perderlo, es lo que permite que las sociedades progresen.

¿Cómo sentiste el traspaso de juez a fiscal general?

Yo creo que fue más difícil al revés. Yo venía de trabajar durante muchos años en la justicia federal penal, llevando adelante las investigaciones y luego fui secretario de menores, en el viejo sistema penal, más inquisitivo. Cuando gano el concurso como juez en la Ciudad de Buenos Aires, paso a ser juez en un sistema acusatorio, eso fue difícil porque tuve que cambiar mi mente de investigador o funcionario para transformarme en un juez de garantías. Tenía que ponerle un límite a los fiscales y de algún modo, ser un punto de equilibrio entre la defensa y la fiscalía.

Uno a veces menosprecia lo que es condenar a una persona a cumplir una pena estando la familia ahí presente, son momentos en donde uno pone realmente el valor y entiende lo difícil que es ser juez; lo difícil que es juzgar a tus pares. Ese para mi fue el pase más complicado que tuve que atravesar.

Después cuando llegué a fiscal general, ya habiendo pasado por distintos lugares y habiendo teniendo estos aprendizajes y distintas miradas, me fue más fácil. 

Sos uno de los actores jurídicos más jóvenes del país, en tu biografía se puede ver que has sido juez, fiscal general, ministro de Justicia, vicepresidente del Consejo de Procuradores, entre otros cargos. ¿Cómo manejaste la versatilidad de poder estar a la altura en ámbitos que eran muy diferentes a los que te habías acostumbrado a trabajar?

Puedo resaltar dos aspectos sobre esto: primero la juventud de aquel momento, era el más joven de todos, el más joven prosecretario, secretario, juez, fiscal general y siento que la juventud me dio un empuje muy grande para aceptar muchos desafíos y generar este esquema de transformación. Y lo segundo, es que de joven aprendí a valorar los consejos y la experiencia de las personas más grandes. Parte de esta versatilidad tiene que ver con saber escuchar, poder aprender de otros sumado a la juventud de aquel momento.

He tenido la suerte de completar la carrera judicial ideal, en relativamente muy poco tiempo, pasé por todos los cargos. Estoy muy satisfecho y lo mejor es dejarle el lugar a otros y compartir experiencia, que muchas veces en Argentina cuesta. 

De todos estos trajes ¿Cuál te sienta mejor?

El que más me gustó fue el de fiscal general, porque me permitió hacer muchas cosas para el beneficio de la gente, desde mejorar el acceso a la justicia; mejorar las denuncias para que se puedan realizar por internet; dar marcha a la primera fiscalía de ciberdelito; a la primera fiscalía de violencia de género; hasta trabajar con los primeros expedientes digitales. El rol me permitió llevar adelante un esquema de transformación y hacer cosas que no eran habituales en Argentina en particular y en el mundo jurídico en general.

CUANDO EL JUEZ TOMA POSICIÓN DE ACUSADOR Y DUEÑO DEL PROCESO, GENERA PERMISOS, ABUSOS, INTERFERENCIAS, Y PRESIONES POLÍTICAS.

Como ministro, ¿cuáles fueron las transformaciones?

La verdad que fueron muchísimas y muchas de ellas se van a ir viendo con el tiempo. Hay una transformación que me parece muy interesante y tiene que ver la oralidad de los procesos civiles en 17 provincias y jurisdicciones distintas, que es algo que ha pasado de largo pero para mí es crucial; otra es la puesta en marcha del sistema acusatorio en Salta y Jujuy, romper con el sistema federal y pasar al acusatorio es algo que nadie había podido hacer, siempre se había anunciado y estuvieron cerca pero nosotros fuimos los que lo concretamos y pudimos ponerlo en ejecución con buenos resultados.

Otro tema es el acceso a justicia, logramos armar una red de 90 centros que asisten a la población vulnerable de todo el país, lo más emocionante fue inaugurar estas oficinas en Jujuy y Tucumán que son lugares donde realmente necesitan la presencia del estado.

Otra gran transformación que supimos llevar fue el rol que adquirió la víctima durante estos 4 años a partir de la ley de víctimas que logramos sancionar, que la ubica en un lugar donde no tiene que ser revictimizada, que puede ejercer sus derechos. Es un avance enorme después de muchos años de invisibilidad de la víctima en los procesos. El programa de Justicia 2020, pone todo en una misma agenda. Hemos trabajado con 60.000 personas en más de 20 equipos de trabajo en todo el país para mejorar la justicia, con reformas que nunca habían sucedido en Argentina, y hoy, gran parte de la gestión electrónica que se está llevando a cabo, tiene que ver con lo que nosotros hicimos durante esos 4 años. Yo estoy muy contento, más allá de los ataques políticos que a uno le puedan hacer, por lo que se avanzó en términos institucionales en materia de justicia, de independencia, de designación de jueces, de combate a la corrupción, creo que también está esa parte institucional que muchas veces, por diferencias políticas, o para tratar de obtener una ventaja o beneficios en una causa, o justificar cosas que no se pueden justificar, se atacan, pero creo que fue muy importante y reconocida internacionalmente esa fortaleza institucional que se logró en el país.

¿Cuál fue la clave de tu éxito como persona dedicada a la abogacía? ¿Hay alguna receta que puedas transmitir a la nueva generación que aspira a modificar o dirigir la estructura judicial ?

No sé si llamarlo éxito, es difícil medir el éxito. Yo creo que lo importante es que uno esté tranquilo consigo mismo, contento con lo que ha podido hacer y que eso sea algo con lo que uno esté cómodo, porque a veces, uno puede lograr cosas con las que después no se siente a gusto, o hace cosas, que no debe hacer para llegar a determinados lugares. Y si hablamos de receta para transmitir lo que puedo decir es: las personas tienen que lograr cosas con las que luego se sientan bien y acá influye el trabajar bien y mucho y tratar de ser buena persona, esas dos cosas son las centrales de mi receta.

Claro que siempre existe el factor aleatorio, las oportunidades si se presentan o no, pero yo creo que si uno trabaja mucho y bien, en algún momento de la vida se le va a presentar la oportunidad para destacarse en cualquier orden y en cualquier tema.

Cuando eras joven y estudiabas la carrera, ¿intuías que ibas a llegar a ocupar cargos emblemáticos en las resoluciones judiciales como también en las directivas jurídicas nacionales?

La verdad que sí, siempre soñé con ocupar esos cargos, pero nunca me imaginé la carrera tal como se fue dando, aunque siempre estaba la idea ilusa de ser ministro de Justicia.
Yo tenía interés muy de chico porque veía muchas injusticias, muchas cosas que se podían hacer mejor, entonces siempre tuve la idea de generar un cambio. En definitiva eso es pensar en políticas públicas, y de a poco, me involucré en ONGs dedicadas a mejorar las políticas públicas,

hice, más allá de carrera en sí, cursos, seminarios. Tuve la posibilidad de estudiar varios sistemas judiciales de otros países del mundo, y gané una beca para estudiar el sistema judicial inglés.

¿Cómo fue terminar tu mandato como ministro de Justicia? ¿Sentís que dejaste una huella histórica en el mundo jurídico? Cuando se apagan las luces de “la fama” ¿Qué se siente?

No quiero ser pretencioso, creo haber dejado mucho trabajo hecho, no solo por mí sino por toda la gente que colaboró en el proyecto. La gente que trabajó con nosotros, lo hizo más que nunca en la historia en el Ministerio de Justicia argentino, por la cantidad de proyectos, iniciativas y cambios que se han hecho y creo que dejamos una muy buena imagen en este aspecto, no solo a nivel de la propia gestión sino con todos los poderes judiciales del país al que se los ayudó, con la presencia que se tuvo y el reconocimiento internacional.

Quiero destacar algo muy importante, que muchas personas caen, que es pensar el trabajo en función de lo que vendrá, es decir, uno no tiene que trabajar para el futuro, sino cumplir el rol que tiene en el presente. Pasa mucho que cuando uno es juez trabaja para ser juez de cámara; o si es ministro trabaja para ser candidato político, y esto no lo veo bien porque hace que no se ocupe de lo que se tiene que ocupar, con la energía que conlleva su puesto. Y sobre todo, con los intereses en cada objetivo, nada debería influir la tarea de un juez, fiscal o ministro, el único interés en el rol tiene que ser hacer lo mejor para ese rol y dejar de lado la ambición, al menos por un rato.

YO CREO QUE SI UNO TRABAJA MUCHO Y BIEN, EN ALGÚN MOMENTO DE LA VIDA SE LE VA A PRESENTAR LA OPORTUNIDAD PARA DESTACARSE EN CUALQUIER ORDEN Y EN CUALQUIER TEMA.

¿Qué sentís que se debería mejorar en cuanto a la selección de jueces?

En mi función como ministro, busqué, en la medida de las posibilidades, tener una mejor paridad de género para los candidatos a jueces y también una mejor paridad en términos de abogados de la matrícula versus los propios integrantes del poder judicial.

Uno tiene que tratar de oxigenar esa situación. Creo que en Argentina lamentablemente hay pocos abogados que se convierten en jueces y esto sucede en parte, porque el sistema del Consejo de la Magistratura, ha dificultado, ya sea por puntajes y cuestiones técnicas, que lleguen abogadas y abogados de la matrícula.

Es necesario reexaminar ese punto, habría que modificar los reglamentos para darle lugar a abogados y abogadas y que puedan participar en pie de igualdad en los concursos. Y además, los concursos tendrían que ser mucho más orientados a lo práctico y menos a lo académico. Este es otro problema de nuestra justicia que hace que los jueces pongan energías en dar clases, ser profesores, hacer doctorados porque eso les da más puntos para ascender en su carrera, cuando en realidad debieran ser, como en muchos otros países temas separados, por un lado lo académico y por otro lo judicial. Esto hace que también se alejen de la realidad y se basen, a la hora de juzgar, solo en cuestiones académicas, sin medir el impacto que genera en la sociedad esa decisión tomada. Por eso es tan importante hablar de previsibilidad en nuestro sistema judicial, aquellas reglas que el derecho marca para regular a la sociedad y que ante situaciones iguales las respuestas deben ser similares. Si nosotros lográramos esto, podríamos construir una plataforma más sólida para poder dar un paso hacia el futuro.

¿Cómo fue el traspaso al gobierno actual? ¿Sentís que estaban interesados en las propuestas aplicadas?

No hubo traspaso. El actual oficialismo, como también nos había pasado con el Kirchnerismo, en aquel momento en que nosotros asumimos el gobierno, no quiso escuchar ni hacer un traspaso de trabajo como nosotros sí quisimos hacer, lo cual es una pena y genera también un quiebre muy malo, porque podrían seguir con los vínculos que hemos conseguido en otros países, con organizaciones, esto realmente le hace muy mal al país, acá es donde retrocede casilleros. Las políticas internacionales deben sostenerse al margen del cambio de gobierno. Durante la presidencia de Mauricio Macri, Argentina tuvo un reconocimiento internacional nunca antes visto ya sea por el G20, el rol que ocupamos en la ONU, OEA, El Grupo de Lima, OCDE y demás. Habíamos ganado un lugar y lo lógico hubiese sido que se continuara con este trabajo, pero no se hizo, se retrocedió y hoy es un volver a empezar, y repito, es una lástima porque el mundo no vuelve a empezar esperando a Argentina, hay muchos países y muy competitivos.

Sos un gran impulsor de la reforma judicial. ¿Por qué crees que debe realizarse un cambio? ¿Hay métodos obsoletos aún vigentes?

Sí, nuestro sistema de justicia necesita un cambio, y parte de ese cambio lo dejamos en marcha. Hoy está funcionando el sistema acusatorio a nivel federal en Salta y Jujuy y ya debería estar extendiéndose al resto del país. Nosotros habíamos avanzado mucho para que a mitad de este año estuviera funcionando en la región de Cuyo, en la cámara federal de Mendoza y en la cámara federal de Rosario, es una pena que no se haya avanzado, espero que el gobierno en los próximos meses pueda hacerlo. Hay un proyecto del código procesal civil y comercial en el Senado de la Nación hecho por especialistas, que es crucial para agilizar los procesos, todo fue tomado de una experiencia piloto que hemos realizado en más de 17 provincias que hoy ya están aplicando este sistema, con muy buenos resultados, procesos que tardaban 6 o 7 años empezaron a resolverse entre 6 meses y 1 año.

Todos estos cambios se necesitan para tener un sistema de justicia mucho más ágil, transparente, donde la gente pueda tener contacto directo con los jueces y no la intermediación de los funcionarios, que muchas veces alejan la confianza de la gente sobre la justicia.


Otro tema que también me parece crucial por parte del gobierno, es terminar de avanzar en la legislación de fondo así como se hizo con el nuevo código civil; hoy necesitamos que se siga avanzando con el código penal. Nuestro gobierno fue el que, por primera vez en la historia, elevó el proyecto de código penal al Congreso, sabiendo todas las tensiones que generaba, pero nos parecía clave y totalmente necesario hacerlo para actualizar el código que quedó del siglo pasado, con muchos parches y tener un código penal posible que permita hacer frente a los nuevos delitos.

¿Cuáles son para vos los temas centrales para tener una justicia que funcione culturalmente diferente a como funciona hoy en día?

La habilitación profesional. Consiste en que un abogado cuando se recibe debe tener algún tipo de habilitación profesional para litigar. Tal como funciona en la mayoría de los países, donde uno después de recibirse da un examen que lo habilita a litigar ante los tribunales, como tienen los médicos por ejemplo.

Nosotros tenemos un montón de abogados que no ejercen y ocupan otras tareas y pueden presentarse a litigar ante la corte y eso no termina siendo bueno para la gente ni para la justicia y esto lleva atado a una cuestión muy interesante que la incluimos en el código penal y es que los abogados no puedan mentir en los procesos. Que es algo que debiera ser natural de la actividad, algo que no tendría ni que aclararse y esto cambiaría de raíz todos los procesos y la litigación en Argentina.

¿De dónde proviene el hincapié constante que realizaste en materia de tecnología y modernización de justicia?

Viene de la debilidad que he visto en la justicia argentina respecto de la ciencia en general y del uso de la tecnología. Antes de iniciar mi carrera de derecho pensé en estudiar Economía, y tuve la suerte de poder ser profesor ayudante de Economía Política. Siempre me gustó y trabajé mucho con el uso de la estadística y el análisis de datos. Recuerdo haberme cruzado con un secretario de cámara hace un tiempo y me recordó como el hombre de las estadísticas.

¿Cómo llegaste a linkear a la justicia con los números?

De chico ya veía a la justicia en términos de números y de sistema. Mirá lo que pasa: cada juez o fiscal piensa que él hace todo lo mejor en su juzgado, y si bien hay juzgados que funcionan mejor que otros, al no mirar el macro, o sea, el sistema, no podés comparar o visualizar lo que tenés que modificar para superarte. Si no sacan la lupa de su propio juzgado y no miran el sistema en su conjunto, no pueden generar un análisis en cuanto a: ¿qué se gasta? ¿cómo se gasta? ¿cómo son las respuestas que produce la justicia? Y esto hace que el sistema no funcione para nada bien, te das cuenta que es ineficiente, que no utiliza correctamente los recursos y una de estas fallas a mejorar de la gestión judicial, y en la cual en mi Ministerio se ha trabajado fuerte, fue el uso de la tecnología, y las herramientas estadísticas que permitieron generar un análisis macro considerando determinados parámetros y corriéndonos del lado subjetivo de cada juez o fiscal que podía pensar que estaba haciendo las cosas bien.

Si uno le pregunta a un juez: ¿cuánto tarda un proceso en su juzgado? En general no lo sabe. Y como somos “casuisticos” en realidad nos acordamos de las cosas que nos llaman la atención y eso, por lo general, es algo excepcional, entonces de algún modo nuestro trabajo se asocia a nuestra memoria y no somos capaces de ver el funcionamiento de un juzgado o del sistema de justicia en su conjunto por la totalidad de los casos.

¿Cuál es tu mirada y opinión respecto de la justicia federal?

Yo creo que la Justicia Federal Penal de la Capital representa, en algún punto, todas las dificultades de las relaciones entre la justicia y la política que ha habido en nuestro país en los últimos 30 años.
Tiene un problema endémico, estructural y filosófico. Creo que la única forma de corregir esta justicia para que no sea el espejo de la política, es cambiando el sistema por uno acusatorio o adversarial, si cambias el sistema cambia automáticamente la lógica. La forma de cambiarlo estructuralmente es con el sistema acusatorio, gradualmente, claramente no se puede hacer de un día para el otro. Nosotros nos atrevimos a impulsar el cambio para que en unos 5 años se pueda llegar a la Justicia Federal de la Capital; despejando especulaciones políticas y sin afectar a la justicia.

Ahora muchos jueces se están apartando de a poco del sistema inquisitivo y toman una postura de respeto del sistema acusatorio jugando un rol de juez de garantías.
Lo que genera el mal funcionamiento es cuando el juez toma una posición de acusador y dueño del proceso, esto genera permisos, abusos, interferencias y presiones políticas, ya sea para demorar o avanzar en contra de alguien. Eso es lo que hay que cambiar.

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