Mariana Catalano es jueza de la Cámara Federal de Apelaciones de Salta, especialista en Derecho Ambiental y una de las magistradas más respetadas de una provincia que cambió su sistema acusatorio y dejó en manos de los fiscales la investigación. A fuerza de trabajo, constancia y empatía se abrió paso un Poder Judicial todavía comandado por hombres. También madre y docente, no pierde un minuto de su día porque “no se puede dar ese lujo” e invita a las mujeres a que vayan por más: “Hay que elegir el momento adecuado y animarse a concursar, sabiendo que el Consejo de la Magistratura de la Nación, desde 2019, tiene una clara perspectiva de género en la conformación de las ternas”.
Sabemos que Salta y Jujuy fueron las primeras provincias en cambiar el eje del sistema jurídico. ¿A partir de qué año estas provincias adoptaron el sistema acusatorio, dejando el “poder” de investigación en manos del Ministerio Público Fiscal?
A partir del 10 de junio de 2019, siendo las únicas provincias del país (ambas integran una única jurisdicción federal) en aplicarlo. El cambio demandó un arduo trabajo por parte de la Cámara, en el que contamos con el apoyo del Consejo de la Magistratura de la Nación, de la Comisión Bicameral de Implementación, del Ministerio de Justicia de la Nación y de la Corte Suprema. Hubo una muy intensa labor de diagnóstico, en la que determinamos las necesidades que teníamos en materia de infraestructura, personal, tecnología, software, empezando por insuficiencia de jueces de garantías, porque teníamos (y aún hoy tenemos) juzgados vacantes.
Hubo un trabajo de diseño que se hizo desde la Cámara, para integrar y dotar de funcionalidad un área clave para el funcionamiento del sistema, que es la oficina judicial, encargada de organizar y agendar las audiencias, de notificar a todas las partes, de verificar el cumplimiento de medidas de coerción alternativas, controlar las reglas de conducta (en caso de probation, por ejemplo) etc.
Las ventajas son fenomenales, se inyecta genuina celeridad al proceso, que trascurre en audiencias desde su comienzo hasta el fin. Y este contexto interpersonal de las audiencias “sincera” el litigio, ya no hay espacio para planteos superfluos ni sobreabundantes, tampoco para el lucimiento personal. El juez gana imparcialidad porque ya no investiga; y el fiscal, eficacia, porque acusa en base a su propia pesquisa, cuando en el sistema mixto tiene que formular su requerimiento en base a la instrucción desarrollada por el juez.
Se descomprime el proceso por el uso frecuente de vías de escape como los acuerdos abreviados y las suspensiones de proceso a prueba, que representan en conjunto casi el 60% de causas que no llegan a juicio, a las que luego hay que sumarles los sobreseimientos, los archivos, etc. El resultado es que, exagerando, no más de un 8-10% de las carpetas judiciales arriban a la etapa final, lo que aliviana la carga del sistema e implica que aquellas que van a juicio sean rápidamente resueltas.
Por último, para no extenderme demasiado, se resignifican las medidas cautelares, que deben medirse en base a la concurrencia efectiva de riesgos procesales detalladamente definidos en el Código; y se reconoce a la víctima una participación especial, que supera el rol de sujeto pasivo meramente anoticiado de lo que va pasando en el proceso.
Hablemos de la perspectiva de aplicación en el resto del país: ¿Hay un plan de ruta para que continúe expandiéndose al resto de las provincias?
Hay una idea de continuar la progresividad territorial por las jurisdicciones de Rosario (Santa Fe) y Mendoza, incluso esto se volcó en una Resolución de la Comisión Bicameral de Monitoreo e Implementación del Código Procesal Penal Federal (CPPF).
Se descomprime el proceso por el uso frecuente de vías de escape como los acuerdos abreviados y las suspensiones de proceso a prueba, que representan en conjunto casi el 60% de causas que no llegan a juicio, a las que luego hay que sumarles los sobreseimientos, los archivos, etc. El resultado es que, exagerando, no más de un 8-10% de las carpetas judiciales arriban a la etapa final, lo que aliviana la carga del sistema e implica que aquellas que van a juicio sean rápidamente resueltas.
Por último, para no extenderme demasiado, se resignifican las medidas cautelares, que deben ponderarse de acuerdo a la concurrencia efectiva de riesgos procesales detalladamente definidos en el Código. Se reconoce a la víctima una participación especial, que supera el rol de sujeto pasivo meramente anoticiado de lo que va pasando en el proceso.
Se habla de tu humildad como cualidad primordial de tu forma de ser, ¿cómo se consigue empatizar con las personas que atraviesan un proceso judicial y no conocen el idioma jurídico en el que hablas?
Gracias por lo de la humildad… Creo que es la única manera de no alejarse de la realidad. Como jueza de competencia múltiple me toca decidir por escrito en los casos civiles, contenciosos, amparos, previsionales, etc.; por escrito en las viejas causas del sistema mixto y en forma verbal en las del acusatorio. Entonces cuando la resolución es escrita, tratamos de bajar el lenguaje, que no pierda tecnicismo pero que no se encripte y que tampoco sobreabunde ni plasme una lógica circular (decir lo mismo, de diferentes maneras, varias veces). Pero ahí, aunque el destinatario final es el interesado y la sociedad, quien más lee las resoluciones es el abogado.
El marco de la oralidad es distinto, ahí trato de hablarle a los imputados; recientemente en un caso donde la querellante estaba presente, especialmente me dirigí a ella, para que entienda. Es muy gratificante y es una impronta que tenemos que incorporar, esforzarnos por transmitir las decisiones de una manera accesible; porque si no, la “cáscara” del lenguaje y el formalismo nos aleja de la gente y nos quita transparencia: no se entienden las razones por las cuales decidimos lo que decidimos.
La Corte en este sentido, para mí, es un ejemplo. Siempre rescato la simpleza (que es una virtud, no sé por qué la infravaloramos) y secuencia con que deslizan los razonamientos en las sentencias, lo que acompañan con un alto grado de solvencia. Más me gustan, incluso, cuando son de una extensión medida.
Es muy gratificante y es una impronta que tenemos que incorporar, esforzarnos por transmitir las decisiones de una manera accesible; porque si no, la “cáscara” del lenguaje y el formalismo nos aleja de la gente y nos quita transparencia.
¿Cuál fue tu experiencia más gratificante dentro del derecho y cuál aquella que te gustaría borrar?
Experiencia gratificante, no te miento, todos los días. Amo mi trabajo, amo resolver; y en los días que sacamos muchas resoluciones, cuando hay además un par de audiencias vuelvo a mi casa feliz.
Me gratifica, especialmente en las causas penales, cuando homologué una suspensión de juicio a prueba sujeta a una serie de conductas (que reviso en detalle), cuando luego de pasado el año (que normalmente es el término que se acuerda) las partes piden audiencia de sobreseimiento porque la persona sujeta a proceso cumplió todo. Es gratificante saber, ser parte del proceso por el cual vuelven a estar a derecho; es crecimiento individual a su respecto, y ganancia para la sociedad.
Malos momentos, ninguno; por supuesto que hay casos difíciles, que te tienen días preocupada, te levantás y acostás pensando en la mejor forma de resolverlo pero es parte del trabajo.
Sos madre, abogada, doctora en derecho, jueza y mujer, ¿cómo combinar tantas responsabilidades sin caer en el famoso techo de cristal? ¿Qué le podés decir a aquellas mujeres que se encuentran desbordadas y eligen relegar su carrera profesional?
A ver, es difícil aconsejar porque cada mujer es un universo en particular, junto a su contexto. Pero creo que hay tres cuestiones fundamentales: convicción, organización y paciencia. En mi caso todas están marcadas a fuego, mucha, mucha convicción. Hay que ambicionar, en el buen sentido, querer estar, animarse, prepararse y luchar por ello.
Luego, la organización es clave. Hay momentos cuando los hijos son chicos, que lo mejor que te puede pasar es cuidarlos y estar con ellos, acompañarlos, compartir. Pero cuando los chicos juegan con amigos o cuando están en otro escritorio haciendo la tarea, vos trabajás, estudiás, escribís. No hay tiempos muertos: no caben, no nos podemos dar ese lujo. Y ahí vuelve a jugar la convicción. Pero además el cansancio pasa, los chicos van creciendo y uno se va reacomodando y aplicando todo lo que pulió en esa etapa. Entonces llega la hora, por eso me refería a la paciencia. Es una carrera de distancia, no de velocidad. Hay que elegir el momento adecuado y animarse a concursar, sabiendo que el Consejo de la Magistratura de la Nación, desde 2019, tiene una clara perspectiva de género en la conformación de las ternas.
Hay que elegir el momento adecuado y animarse a concursar, sabiendo que el Consejo de la Magistratura de la Nación, desde 2019, tiene una clara perspectiva de género en la conformación de las ternas.
Hablemos un poco del futuro del país, de los jóvenes que se identifican con la abogacía pero aún se encuentran en la universidad sin mucha noción de lo que les espera. ¿De qué forma podrías transmitirles tu pasión por la justicia y el derecho?
Como docente di clases de grado por treces años, pero actualmente me concentro en los posgrados. Sin duda es una tarea trascendente la docencia, es de una enorme responsabilidad porque tenés que tratar de transmitir pasión y valores más allá del contenido. Y en general te diría, empatizando, involucrándolos en el proceso de aprendizaje, llevando el derecho a su nivel de identificación. La escucha pasiva es hoy un método obsoleto, poco productivo. Hay que preguntar, dinamizar con ejemplos que ellos entiendan, convocarlos a pensar y también a preguntar. Son espacios nutritivos, de diálogo, donde lo primordial es la vivencia, y por supuesto, que les quede algo de lo que decís. Transmitís pasión así, desde lo personal y también, por supuesto, desde el ejemplo. Los alumnos detectan todo, son rapidísimos y enseñan también. Es una actividad que voy a mantener siempre.
¿Te parece que hacen falta más mujeres dentro de los cargos más altos del Poder Judicial? ¿Creés que todavía el judicial es un mundo machista?
Es un dato de la realidad, pero que obedece a varios factores, entre ellos, lo que acabamos de hablar. Pero es un estado de cosas pronto a cambiar, porque hay mucha movilización y respuesta institucional para favorecer el acceso de las mujeres a los cargos de decisión, en todas las áreas, también en la judicial. Esto debe ir acompañado de esta concientización que estamos haciendo, y esta “cosa” de despertar las ganas por estar, que las mujeres sientan y se animen a competir, a ir por más.
Hace poco entrevistamos a Cristina Monserrat, una abogada trans que está luchando por el cupo laboral trans, ¿le parece que esto va a llegar a cumplirse en nuestro país?
Esperemos que sí. Como todos los procesos de este tipo, toman tiempo.
¿Qué opinión te merece que la Corte Suprema haya quedado integrada por cuatro hombres luego de la renuncia de Highton?
Y, lógicamente, me hace ruido; más aún en los tiempos que corren y con la cantidad de mujeres capaces de ocupar un cargo de esa envergadura. Con respecto a la elección de las autoridades es una cuestión interna de la Corte y todos sus integrantes tienen sobrada trayectoria; sin que la renovación de los presidentes altere el normal funcionamiento del cuerpo, en tanto colegiado y signado por la necesidad de construir consensos.
¿Estás involucrada en alguna organización que nuclee mujeres como vos?
Recientemente me incorporé en AMJA (Asociación de Mujeres Jueces de Argentina), a raíz de la invitación de una colega a quien aprecio mucho. De hecho en agosto próximo será el XXIX encuentro de AMJA en la plata, donde se abordará el tema de igualdad de género y cambio climático. Lo que conecta con un curso que dictaremos en octubre, sobre el rol de las mujeres en defensa del ambiente y del patrimonio cultural.
Los grandes problemas ambientales como la contaminación o el cambio climático integran las agendas presidenciales, los discursos de campaña, los estilos de gobierno y gestión.
Como especialista en Derecho Ambiental, ¿Cuánta importancia creés que se le da al medio ambiente y sus conflictos en nuestro país?
Mucha, y a nivel mundial, ni te digo. Los grandes problemas ambientales como la contaminación o el cambio climático integran las agendas presidenciales, los discursos de campaña, los estilos de gobierno y gestión. Como docente de posgrado (ahora acabamos de publicar un libro de delito ambiental) creo que es un campo a expandir, porque es mucho el desconocimiento (y la subestimación consecuente) sobre los asuntos ambientales. Cada vez que impulsamos una capacitación, un espacio de debate, es mucho el entusiasmo del auditorio, quieren saber más, se comprometen.
Desde el punto de vista institucional, son varios los organismos que se han puesto a la vanguardia con estos temas, como la Fiscalía de la Ciudad. La propia Corte de Justicia de la Nación tiene fallos notables en materia ambiental y ha hecho “escuela” desde su intervención activa en la causa “Mendoza” (sentencia de fondo del 2008), sobre contaminación del Riachuelo.
¿Qué pasa en la actualidad con el acceso a la justicia? ¿Cuáles son los tics que se han encontrado en los procesos colectivos?
Los procesos colectivos son una poderosa herramienta, si no la única, de procurar igualdad en los litigios que enfrentan a grupos débiles (no sólo usuarios y consumidores, sino sectores vulnerables por motivos de edad, enfermedad, condición social, pobreza, género, migración) con un contendiente fuerte, poderoso, sea público (el Estado) o privado (compañías y empresas nacionales y multinacionales).
Entonces, la única manera de que estos grupos accedan a la justicia, tengan algún incentivo para aventurarse a reclamar en ella, es mediante un proceso colectivo que permita distribuir las cargas y que sea eficientemente gestionado. En paralelo, implica un ahorro de desgaste jurisdiccional, porque una sola decisión va a ser aplicable a toda esa pluralidad de reclamantes. Y cuando el pleito es ambiental, a la comunidad entera.
Pero para que rinda sus frutos hay que adiestrar en habilidades específicas, y muy especialmente, ocuparse de la etapa de ejecución de la sentencia, de que lo allí ordenado se cumpla; lo que muchas veces requiere que se convoque a audiencias, que se ordene judicialmente la confección de un plan de acción, etc. De lo contrario, la intervención de la justicia se vuelve simbólica.
Tengo entendido que te gusta escribir ¿verdad?
Verdad, es otra pasión. Quizás ayudada por cierta «facilidad» para captar una idea y plasmarla en letras, sobre todo cuando es para un relato corto, donde el desafío es explicar asuntos jurídicos a un público en general, sin tanto tecnicismos; cosa que hoy permiten espacios como Publyca (Infobae), esta revista y en general todos los medios, que están generando lugar para debatir cuestiones relativas al derecho, sin que necesariamente sea aburrido.
En el universo de los abogados, escribo para varias revistas especializadas y portales; y en los últimos tiempos estuve hiperactiva con los libros (risas): en 2020 uno relativo al Sistema Acusatorio, comentando el proceso, junto a Mariano Borinsky (Rubinzal) y también en coautoria con él, otro sobre Delito Ambiental (Didot). Para 2021 ya tenemos lista una obra sobre Garantías del Sistema Acusatorio junto a Borinsky, Carlos y Juan Bautista Mahiques (La Ley) y, en soledad, sobre «Procesos Colectivos y Control de Constitucionalidad» (Didot) que en buena parte refleja mi tesis de doctorado, dirigida por Ricardo Lorenzetti.