El desdoblamiento de las elecciones en casi todas las provincias del país fue la señal de que el Gobierno nacional tenía todo para perder. Fue así que muchos gobernadores se aseguraron previamente continuidad en el poder y en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias le soltaron la mano a Unión por la Patria.
La situación económica del país es crítica y la gestión del Gobierno de Alberto Fernández no ha logrado resolver ninguno de los problemas que se le han presentado en estos cuatro años que, hay que reconocer, no han sido pocos. De todas maneras, la realidad manda y quedó claro en las urnas que los ciudadanos que acompañaron al Frente de Todos en 2019 hoy son muchos menos.
De todas maneras, los resultados de las PASO muestran varias cosas más vinculadas al oficialismo. Primero, que el desdoblamiento de elecciones provinciales perjudicó la performance de Unión por la Patria. El tercer lugar y el escaso porcentaje de votos obtenidos teniendo en cuenta comicios anteriores no sólo fue por errores propios sino también por decisiones políticas del interior del país.
Que Javier Milei haya sumado poco más del 30% de los votos fue, sin duda, la sorpresa de la jornada pero que se haya impuesto en 16 de las 24 provincias argentinas, es más que llamativo.
Ese resultado es sólo posible por la inacción de los gobernadores oficialistas. Si Milei gana en una provincia como La Pampa es porque no se movió un dedo por militar fuerte a favor del gobierno nacional. Hay dos razones que pueden explicar lo que ocurrió: subestimaron a los rivales o dieron un mensaje para octubre. Teniendo en cuenta la coyuntura, claramente hay que inclinarse por la segunda opción. Muchos de ellos se salvaron solos (es decir, pese a la gestión nacional) y ahora decidieron que los demás se arreglen como puedan.
Y los números no fueron peores porque Axel Kicillof se sacrificó por la causa. Ató su suerte a Sergio Massa y Juan Grabois sabiendo -por supuesto- que podía salir airoso porque billetera siempre mata galán. Se fortaleció la oferta electoral en tierra bonaerense y se anunciaron algunas medidas que sirvieron para mejorar, al menos un poco, la percepción del Gobierno en ciertos sectores que históricamente son afines al peronismo.
Fue así que Kicillof se mostró victorioso el domingo y bajó línea sobre lo que hay que hacer en el espacio que integra de cara a las elecciones generales de octubre. Mientras los principales candidatos de la oposición plantean que es necesario una reducción del Estado y del gasto público, el Gobernador leyó un discurso donde habló de más Estado, más justicia social y más derechos.
Massa, sabido ganador de la interna, tuvo que bancarse que Grabois le diera su programa de gobierno y dijera a regañadientes que el que pierde acompaña y él, que obtuvo un porcentaje más que digno teniendo en cuenta su escasez de recursos, iba a acompañar a los candidatos de Unión por la Patria sólo para que no gane la derecha.
Esa será nuevamente la apuesta del oficialismo para intentar llegar al balotaje. Que la lucha sea entre Milei y Massa. Entre el león que va a sacarle todos los derechos al pueblo y el tigre que protegerá a los argentinos de la debacle que dejó Alberto Fernández por culpa de Mauricio Macri.
No será fácil para el oficialismo la parada pero si hay algo que no se puede hacer con el kirchnerismo es darlo por muerto, como les encanta hacer a políticos, analistas, consultores y periodistas. Porque no está muerto quien pelea y con los recursos del Estado la pelea se da hasta llegar a los penales como dijo Massa el domingo.