Cuando pensamos en una mujer polifacética, el nombre de Fabiana Ricagno viene a la mente de inmediato. Abogada, empresaria, diseñadora, docente universitaria, politóloga, escritora, ensayista y sommelier, su versatilidad es impresionante. Sin embargo, lo que más la define es su pasión por las causas que la conmueven. En una conversación en profundidad con Quórum, hace un repaso de su larga trayectoria y no titubea al nombrar las cosas como son y exigir acciones concretas en temas sensibles y difíciles.
La justicia, como afirmaba el antiguo pensador romano Ulpiano, discípulo de Platón, radica en dar a cada uno lo que le corresponde, vivir honestamente y no causar daño a los demás. Este principio filosófico es fundamental pero adquiere una relevancia aún mayor a medida que las sociedades evolucionan y se fortalecen. Es esencial comprender que la justicia no debe limitarse a ser un concepto grandilocuente, sino que debe ser imbuido de un contenido humanista real. Debe ser una herramienta para otorgar equidad y sentido de justicia a la vida de todos, especialmente en un mundo marcado por la disparidad y la inequidad. Mi experiencia profesional y empresarial de los últimos años me ha llevado a reflexionar sobre esto de manera profunda. Recuerdo un concepto que me impactó durante mi viaje a Finlandia. Allí, la construcción de la sociedad y las políticas públicas se fundamentan en un principio claro: la igualdad. No hay disputa entre mayorías y minorías; el objetivo es la igualdad absoluta. Esta filosofía, compartida por los países nórdicos, recalca la importancia de no reconocer diferencias en la sociedad y centrarse en la búsqueda de la justicia. Es sólo a través de esta equidad que el hombre puede verdaderamente prosperar y evolucionar.
Sos absolutamente multifacética. ¿Por qué elegiste estudiar Derecho?
Porque me apasiona el concepto de lo que significa el derecho como ciencia, ya que representa el regulador fundamental de toda sociedad y la expresión más refinada de cómo se estructura y organiza una comunidad. Considero que es la herramienta primordial para dirimir las disputas de poder en cualquier sociedad. Desde la Ciencia Política se nos enseña que hay una única manera de abordar la cuestión de la alternancia en el poder. Se resuelve sólo de dos formas: a través del ordenamiento jurídico o mediante la guerra. El hombre moderno, aunque parezca que nos estamos alejando de estos principios fundamentales, ha encontrado en el derecho una vía para resolver conflictos de manera más pacífica y civilizada. Siempre me ha interesado especialmente el derecho penal. Siendo de la generación de los años setenta, crecí en un momento turbulento en Argentina, marcado por sucesos como la Operación Ezeiza, que influyeron en mi decisión de estudiar derecho. Si bien inicialmente me adentré en el derecho administrativo, con el tiempo también exploré otras ramas y comencé a impartir clases en diversos campos. El estudio del derecho administrativo requiere un gran compromiso y dedicación, pero también me brindó una perspectiva enriquecedora sobre aspectos fundamentales del derecho público y privado. Mi trayectoria en esta área ha sido diversa y en constante evolución, lo que me ha permitido profundizar en diferentes aspectos del derecho y contribuir desde distintos ámbitos a la comprensión y aplicación de sus principios.
¿Cómo te llevás con la docencia?
Muy bien sin importar cuánto la Universidad de Buenos Aires (UBA) me pague. Impartir clases ahí en el 2008 fue un verdadero salvavidas para mí. ¿Por qué? Por la increíble diversidad de población que caracteriza a la UBA, uno no se encuentra encerrado en su propia burbuja. En otros ámbitos, es común rodearse de personas con ideas y perspectivas similares. Sentía que estaba un poco cansada de hablar de los mismos temas una y otra vez, siempre obteniendo las mismas conclusiones previsibles. Me estaba aburriendo. La UBA fue como sumergirse en un mar de diversidad, donde conviven personas de diferentes edades, procedencias y experiencias. Comencé en el CBC y luego continué en la carrera, compartiendo aula con personas de trayectorias y bagajes completamente distintos. Había egresados de San Andrés junto a hombres de 65 años que trabajaban como guardias de seguridad. Había estudiantes bolivianos, peruanos, ecuatorianos. La variedad de experiencias y puntos de vista enriquece enormemente las discusiones en clase. Al abordar temas como la justicia, por ejemplo, escuchábamos una amplia gama de opiniones que reflejaban la diversidad de la sociedad. Había marxistas, leninistas, troskos y otros más, cada uno aportando su perspectiva única. Cada vez que terminaba una clase, me llevaba algo nuevo, ya fuera una revelación inesperada o una visión completamente diferente de las cosas. Estaba muy agradecida por tener la oportunidad de encontrarme con el mundo entero en un solo lugar, como si fuera las Naciones Unidas pero sin los intereses de las Naciones Unidas.
¿Cómo lidias con la vida profesional y las responsabilidades familiares?
Nunca experimenté esa dicotomía en mi vida, ni ahora ni antes. Incluso cuando tenía menos flexibilidad debido a mis responsabilidades laborales y familiares, nunca sentí la necesidad de elegir entre mi carrera profesional y mi hogar. Trabajaba duro porque me iba bien en mi profesión y tenía tres hijos, pero nunca sentí culpa por pasar largas horas fuera de casa. Desde temprana edad tenía internalizado el valor del trabajo, la independencia económica y el derecho a tener una vida propia. Ser madre joven y tener una carrera nunca me pareció incompatible. En aquel entonces, era algo natural para mí: criar una familia y trabajar desde casa. Aunque observaba con curiosidad a las mujeres que optan por otros modelos de vida, nunca lo cuestionaba. Mis amigas del círculo escolar de mis hijos tienen vidas similares a la mía, lo que reforzaba mi percepción de que no había una única forma “correcta” de ser madre y profesional. En mi entorno familiar, no había presiones ni expectativas injustas.
¿Qué significó para vos tu madre?
Fue todo para mí. Mi gran mentora, mi gran modelo. Me enseñó sobre libertad, sobre la capacidad de superación. Me inculcó el valor de la responsabilidad y la importancia del esfuerzo. Aprendí de ella que nada viene fácilmente, que es necesario trabajar duro, luchar, estudiar. Me enseñó que el único límite válido es aquel que uno mismo se pone y que no hay necesidad de establecer barreras previas. El sentido de dar lo mejor de uno mismo, de alcanzar las alturas más elevadas de las que seamos capaces. No tuve muchas exigencias en mi camino. Al observar el presente de muchas chicas de clase media o mujeres con formación académica impresionante y múltiples posgrados, me doy cuenta de que la vida se ha vuelto cada vez más exigente en términos de formación y cualificación. Muchas se quejan de la carga que implica equilibrar trabajo, hogar, hijos y pareciera que siempre necesitan asistencia en todos los ámbitos. Eso me hace reflexionar sobre cómo la necesidad de quejarse parece ser inversamente proporcional a las condiciones de vida y la cualificación. Las personas con menos recursos y menos calificación suelen quejarse menos, quizás porque necesitan concentrarse en sobrevivir y cuidar a sus hijos. Por otro lado, las mujeres con más recursos intelectuales y de colaboración tienden a quejarse más. En mi caso particular, la exigencia que enfrenté me permitió crecer y superarme. Si no hubiera tenido ese desafío, tal vez no habría alcanzado las alturas que logré.
A los 50 años decidiste estudiar Ciencia Política. ¿Qué te motivó a hacerlo?
Venía realizando cursos de todo tipo hasta que un día mi gran amigo Jorge Ferreiro -quien fuera director del CBC de la UBA hasta el año pasado- me alentó a estudiar una carrera de grado. Decidí seguir su consejo y me inscribí en la Universidad de Belgrano (UB). Fue una experiencia sumamente enriquecedora. Lo hice porque me apasionaba aprender más y realmente valió la pena. La UB, a pesar de su carácter más ordenado y su costo -que no era precisamente bajo en comparación con la UBA- atrajo a personas de todas las edades y perfiles. Allí hice buenos amigos y compartí experiencias con personas que buscaban ampliar sus conocimientos por el simple deseo de saber más.
¿Cómo llegaste a ser directora de Telteco?
Trabajaba junto a mi colega Graciela Gold en cuestiones relacionadas con marcas y seguridad e higiene para empresas, incluyendo mediciones contaminantes de emisiones de aparatos como antenas. Un director de Telecom me contactó debido a la clausura de antenas de telefonía en varios municipios por falta de regulación. La normativa municipal en Argentina varía en cada municipio, lo que generaba complicaciones para Telecom. Me pidieron ayuda para establecer normas en los municipios y evitar clausuras injustificadas. Junto a Graciela, resolvimos problemas para Telecom y eventualmente constituimos una empresa, Telteco, que se encargó de regularizar el despliegue de fibra óptica y antenas en el país.
¿Cómo nació la ONG “Pollera pantalón”?
A fines del 2017, durante la gestión de mi marido Adrián Werthein como presidente del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICyP), surgió la necesidad de que CICyP participara en el G20 representando a las principales empresas de Argentina. Observamos una escasez de mujeres en reuniones empresariales, lo que nos llevó a actuar. La por entonces vicecanciller del Reino Unido, Kara Owen, me instó junto a la gran María Luisa Maquiavelo a formar una delegación de mujeres empresarias y viajar a Londres para discutir temas de interés. Creamos la iniciativa “Pollera Pantalón” para promover la igualdad de género en los negocios. La agencia de marketing le puso ese nombre a la misión comercial porque queríamos transmitir que nosotros no estábamos en una disputa sino en una búsqueda de equidad de oportunidades. La pollera pantalón es una prenda que puede ser usada tanto por hombres como por mujeres.
¿Y qué le aportó a tu vida?
Es inimaginable. Al principio, no estaba convencida de embarcarme en esto. Surgió como una necesidad empresarial de representación femenina, aunque personalmente nunca sentí discriminación. Sin embargo, sumergirme en este proceso me permitió ver la realidad desde otra perspectiva. Salí de mi cascarón, de mirar mi ombligo y empecé a ver para los costados y a darme cuenta de que esto valía la pena, que había muchas historias en Argentina y en el planeta que me decían que nos paráramos en un lugar diferente. Descubrí que es sumamente importante escuchar y apoyar a las mujeres en el ámbito laboral. Este cambio de mentalidad fue un punto de inflexión para mí y para muchas otras mujeres.
¿Qué son los premios Mujeres por más?
Buscan destacar a mujeres cuyas acciones, ya sea con fines lucrativos o altruistas, tienen un impacto transformador en la sociedad. Un ejemplo destacado es el trabajo que durante la pandemia llevó a cabo Silvana Figar, directora de epidemiología del Hospital Italiano, liderando una iniciativa clave para combatir el COVID-19 en barrios vulnerables. También mediante este premio se reconoce el papel de organizaciones encabezadas por mujeres, como las madres que lucharon por la restauración de la presencialidad escolar. El objetivo de estos premios es dar visibilidad a estas mujeres y sus organizaciones, proporcionándoles apoyo para su crecimiento y consolidación. Un jurado compuesto por miembros permanentes y externos selecciona a las ganadoras entre las candidatas propuestas por las redes sociales y otras fuentes.
¿Qué opinás sobre la propuesta de dos hombres para integrar la Corte Suprema?
No es coincidencia que este debate surja en este momento preciso. Mientras los temas que realmente importan a la gente están en discusión, emergen cuestiones que impactan enormemente en el conjunto de la sociedad. Nos vemos obligados a seguir esperando mientras los cambios necesarios para mejorar la calidad de vida de las personas parecen no materializarse. Y mientras tanto nos encontramos con este escenario y debo recalcar que no está relacionado con mi opinión personal sobre los candidatos propuestos. Lamentablemente, es una trampa ya que, en la respuesta, parece implícita la cuestión de que los candidatos no son de mi agrado. La discusión va más allá. Creo que es hora de expresar nuestro cansancio y hartazgo ante la manipulación de las cosas en función de temas ideológicos o de la posición en la cancha de cada uno. No podemos permitirnos una doble moral; la igualdad es un principio fundamental consagrado en la reforma constitucional de 1994 y acciones como la propuesta de candidatos exclusivamente masculinos para la Corte Suprema contradicen este principio y no representan la diversidad de nuestra sociedad.
La sociedad no está compuesta sólo por hombres y la Corte tiene que ser un reflejo de la sociedad. Tampoco estaría bien que sean cinco mujeres…
Tan de acuerdo estoy con lo que estás planteando que si quisiéramos ahondar más en estas cuestiones, deberíamos reconocer la importancia de enviar un mensaje ejemplar en cuanto a la Justicia, asociado no sólo con la equidad, sino con todos los principios que definen nuestra identidad nacional y los fundamentos básicos de nuestra Nación. El Poder Judicial representa la esencia misma de la República. Es el árbitro último del control constitucional, una entidad que se sitúa por encima de los demás poderes y que no está sujeta a procesos electorales ni a influencias políticas. Es preocupante observar que la cuestión de la igualdad de género apenas ha recibido atención. ¿Dónde queda la discusión sobre la representación de género en la Corte? Es crucial que pongamos este tema sobre la mesa y lo consideremos como parte fundamental del debate.
Aparte, no nos pueden decir que en todo el país no hay dos mujeres idóneas para el cargo…
Si la Constitución establece que debemos trabajar en pos de la igualdad de género, entonces es esencial que se aborde el tema con seriedad y compromiso. Imaginá si de repente en la discusión sobre la posición de las mujeres y la igualdad de género en las listas de candidatos al Poder Legislativo, se presentara una larga nómina de candidatos hombres sin tener en cuenta a las mujeres. Sería una situación impensable. Es evidente que estos debates no están ocurriendo como deberían. A pesar de que algunos sectores, como el Colegio Público de la Abogacía de la Capital Federal, han levantado la voz sobre la cuestión de género, el tema aún no ha sido abordado adecuadamente en la sociedad en general. La falta de atención a estas cuestiones es preocupante y revela una necesidad urgente de cambio. Es fundamental que las mujeres tengan igualdad de oportunidades en todos los ámbitos de la vida, incluida la política, los cargos públicos y el acceso al trabajo. No podemos permitir que se ignoren estas demandas fundamentales. Los medios de comunicación, así como los líderes políticos y sociales, tienen una gran responsabilidad en este sentido. Es hora de llamar las cosas por su nombre y exigir un cambio real y significativo hacia la igualdad de género.
Los comunicadores también tenemos la gran responsabilidad de hablar de esto…
Hoy hay ciertos temas que en la cáscara pareciera ser que se están empezando a discutir en Argentina pero “Fantinizando” la cuestión. No se está abriendo el debate sobre la inmigración indiscriminada, que algunos plantean como una cuestión constitucional a pesar de que la Constitución no aborda directamente este tema. Es importante recordar que la Constitución no consagra derechos absolutos, de modo tal que los establecidos en ella deben ser ejercidos de conformidad con las leyes que los reglamentan. Esto significa que la circulación, la entrada y salida del país están sujetas a regulaciones establecidas por ley. Es por ello que se torna indispensable que abordemos temas fundamentales como el acceso a la educación y la atención médica de manera equitativa. Las mujeres aspiramos a igualdad en todos los aspectos de la vida, incluido el acceso a cargos políticos y oportunidades laborales. Por lo tanto, es responsabilidad de todos, incluidos los medios de comunicación, garantizar un debate justo y honesto sobre estos temas. Es necesario cuestionar la falta de representación femenina en ciertos ámbitos y exigir una explicación sobre las decisiones tomadas. Mujeres con una destacada trayectoria, como Aída Kemelmajer, deberían ser escuchadas en estos debates. Es preocupante la ausencia de voces femeninas prominentes en esta discusión. Es hora de que tanto líderes políticos como sociales tomen una postura clara sobre este tema tan importante para la igualdad de género.
Contanos un poco de tu faceta más emprendedora. ¿Cómo surgió Ricagno?
Desde que era muy joven empecé a coleccionar zapatos. Mi colección incluye desde modelos antiguos adquiridos en remates hasta diseños que no puedo usar porque no son de mi número pero que forman parte de mi pasión. Hace unos 12 o 13 años comencé a dibujar mis propios diseños, especialmente enfocados en un estilo clásico de zapatos, conocido como Luis XV. Empecé a diseñar zapatos para mis amigas y recibí muchos pedidos, lo que me llevó a considerar seriamente la idea de crear mi propia marca. Mi esposo me alentó a hacerlo y me inscribí en un curso de diseño de zapatos en Londres, que resultó ser un gran desafío, especialmente por la diferencia de edad y experiencia con mis compañeros de curso. A pesar de eso, fue una experiencia enriquecedora que me ayudó a desarrollar mi habilidad y pasión por el diseño de calzado. Después de eso, decidí explorar la posibilidad de fabricar mi propia línea de zapatos. Inicialmente busqué fabricantes en Argentina pero encontré dificultades ya que muchos no estaban dispuestos a producir el tipo de calzado que tenía en mente. Como mi objetivo era vender en el extranjero y evitar complicaciones con los impuestos locales, decidí buscar fabricantes fuera del país. Sin embargo, no recibí respuesta de la mayoría de ellos, hasta que finalmente uno mostró interés a través de un contacto en Italia. Este fabricante, que ahora es un colaborador cercano, aceptó hacer muestras de mis zapatos y me invitó a Milán para discutir el proyecto en persona. Esta reunión fue fundamental para establecer la marca y comenzar a formar un equipo. Actualmente, vendemos en diez destinos internacionales. Nuestro crecimiento es gradual debido a las exigencias de marketing en el mercado de artículos de lujo. Así que nos enfocamos en expandirnos en mercados específicos y seguimos avanzando en nuestro camino.
Fuiste la ideóloga del documental “Ahora, Alfonsín”. ¿Cómo surgió?
Al cumplirse 40 años de democracia pensé que hacía falta un reconocimiento importante por lo que fue esa saga tremenda. No solamente por el Juicio a las Juntas sino también por las políticas de Raúl Alfonsín para sentar las bases firmes de esta democracia estable que tenemos hoy. Primero hablé con Alejandro Borensztein. Me dijo que era una buena idea y que si fuera su proyecto lo haría con Diego Guebel y así lo hicimos. Es una producción de DirecTV y cuenta con el testimonio de los principales actores de la época.
¿Cómo es tu vínculo con el judaísmo?
También importante. De hecho, el año pasado celebré mi bat mitzvah, ya que soy nieta de piamonteses por parte de mi padre y de una judía de Moisés Ville por parte de mi madre. En mi familia se nos enseñó a abrazar tanto las tradiciones católicas como las judías, lo que nos brindó una gran libertad para elegir nuestras creencias. En casa celebrábamos todas las festividades, como Navidad y Janucá, siempre con un enfoque humanista y abierto. Culturalmente me siento muy ligada al judaísmo, más allá de lo religioso, valorando sus principios, tradiciones y enseñanzas.
¿Qué te parece esta postura de Javier Milei a favor del judaísmo?
Peligrosa considerando que Carlos Menem fue el primer presidente argentino en visitar Israel y poco después sucedieron los atentados a la Embajada y a la AMIA. Aunque nuestro país siempre ha abogado por la paz y se ha posicionado en contra de la violencia en Medio Oriente, nuestra vulnerabilidad en términos de seguridad es evidente. Esto genera inquietud, tanto por la seguridad del Presidente como por la exposición del país en general. Es importante que Milei durante su mandato priorice los intereses de todos los argentinos y se abstenga de adoptar una postura que pueda exacerbar divisiones. La prudencia es clave.