Pocos meses después de celebrar su centenario, Bomchil decidió hacer una apuesta significativa: sumó a Julia Villanueva, ex jueza de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, como socia. Quórum conversó con Javier Petrantonio, socio administrador del estudio, y con Villanueva sobre esta estratégica incorporación, los planes futuros y el sólido crecimiento de la firma a lo largo de sus cien años de historia.
¿Qué es la justicia para ustedes?
Julia Villanueva: Es complicado hablar en términos generales, pero puedo referirme al Fuero Comercial Nacional, que es donde me desempeñé. Es un fuero eficiente, compuesto por profesionales serios. Aunque siempre hay excepciones, en general los abogados coinciden en su buen funcionamiento. Se trata de un fuero pequeño pero poderoso, con competencia para resolver conflictos complejos relacionados con civiles, sociedades, concursos y quiebras en todo el país. Desde aquí se inician y finalizan empresas, lo que conlleva una determinada complejidad. Me ha tocado intervenir en concursos y quiebras que abarcaban varias provincias, como el caso Greco, que tenía una gran repercusión a pesar de su distancia geográfica. En el fuero comercial, uno adquiere una vasta experiencia. Fui nombrada Jueza de Primera Instancia en 2001, en un contexto económico difícil. A pesar de los desafíos, el fuero comercial se mantuvo firme. Éramos muy activos; los meritorios trabajaban hasta tarde, mostrando una gran dedicación. Amo y amé lo que hice. Pensé que me iba a morir y no, estoy muy feliz donde estoy.
Javier Petrantonio: La justicia implica garantizar el cumplimiento de la ley. Cada uno desempeña un papel en el sistema judicial. Julia, hasta hace poco en la Magistratura del Poder Judicial; y nosotros, como abogados, tenemos la responsabilidad de defender los intereses de nuestros clientes dentro del marco legal. En los conflictos judiciales, ambas partes suelen creer tener la razón y las pruebas se interpretan de manera que respalde el cumplimiento de la ley o la defensa de los derechos. Todos tienen derecho a una defensa adecuada. El sistema judicial involucra a dos partes: una que reclama y otra que se defiende. Es crucial que todos llevemos a cabo nuestro rol para garantizar una justicia eficiente que resuelva los casos en el menor tiempo posible, ya que la demora judicial puede equivaler a injusticia.
¿Qué causa fue la que te llevó más tiempo?
Julia: Hay un montón de causas que se demoran pero no necesariamente es el Poder Judicial. Lo digo siendo cero corporativa y más ahora que lo sostengo con absoluta objetividad. Las causas cuando se demoran es porque las partes también las quieren demorar. En lo personal he tratado de trabajar sin dejar un solo expediente. Los plazos judiciales deberían ajustarse a los ritmos de la vida diaria. Si un juez no respeta los tiempos establecidos para emitir sus sentencias, está afectando también el tiempo de las personas involucradas. Es fundamental recordar que hay personas esperando del otro lado y que las resoluciones deben ser oportunas. Un retraso puede causar un daño significativo.
¿Qué significa para ustedes haber estudiado en una universidad pública?
Javier: Es una oportunidad. En mi caso, si yo no iba a la Universidad de Buenos Aires no hubiera sido abogado directamente porque mi padre no podía solventar ninguna universidad privada. Es una oportunidad que requiere responsabilidad. Es importante completar la carrera en el plazo previsto, ya que aquellos que no asisten a la universidad contribuyen con sus impuestos para financiar la educación de quienes sí lo hacen.
Julia: Desde el principio, la UBA fue mi primera y única opción. Al ser de Pergamino, nunca consideré otra universidad. Mi vínculo con la UBA ha sido constante: pasé de ser estudiante a profesora y nunca dejé de dar clases. Actualmente, dirijo el Posgrado relacionado con empresas y estoy profundamente involucrada con la universidad. La valoro enormemente, aunque no compararía su calidad con la de otras instituciones donde también enseño. Doy clase en la en la Universidad Austral y veo que la enseñanza es seria y que la gente está muy comprometida.
¿Qué significa para ustedes pertenecer a una firma como Bomchil de más de 100 años?
Javier: Ingresar al estudio hace 28 años fue un verdadero privilegio para mí. Sin conexiones previas, me presenté simplemente porque estaban buscando un abogado. No contaba con influencias o vínculos personales, me acerqué como cualquier profesional buscando oportunidades. La política del estudio, entonces liderada por Máximo Bomchil y que continuamos hoy, siempre ha sido brindar oportunidades a los profesionales para que desarrollen su potencial y crezcan. Esta filosofía no sólo fortalece la firma y los equipos, sino que también beneficia a nuestros clientes. Nuestro objetivo es crear un ambiente de colaboración que atraiga a profesionales jóvenes y talentosos. En los últimos cuatro años, hicimos la absorción de dos firmas boutiques, reafirmando nuestro compromiso de ser un centro de atracción para el talento y la motivación en el ámbito legal. Para nosotros, el derecho no es sólo una profesión, sino una vocación de servicio y búsqueda de la excelencia que define nuestra forma de vida.
¿Cuál es el diferencial del estudio respecto a otros?
Javier: Cuando me uní al estudio, éramos solo 14 abogados, funcionando casi como una boutique legal. Esta estructura nos permitía trabajar estrechamente con los clientes, con los socios supervisando todos los asuntos. Aunque hemos crecido y ahora somos más de 100 profesionales, mantenemos ese enfoque cercano y personalizado. Ponemos especial énfasis en los detalles, la comunicación y en brindar asesoramiento claro al cliente. Es fundamental conocer el negocio de cada uno y determinar la mejor estrategia para ellos. Además, fomentamos un ambiente donde los asociados puedan aprender de nuestra experiencia y contagiarse de nuestro entusiasmo. Un aspecto que valoramos y cuidamos es la igualdad entre los socios. Todos tienen los mismos derechos y participan en un esquema de ingresos equitativo. No importa si un socio lleva 20 años en la firma o acaba de unirse, creemos que esta igualdad refuerza el sentido de pertenencia y compromiso con el estudio.
Julia: Antes de dejar el Poder Judicial, percibía a Bomchil como un estudio de gran seriedad. Los jueces conocemos quiénes son los abogados comprometidos, quiénes son honestos y quiénes tienen un enfoque serio en su trabajo. Cuando consideré abandonar el Poder Judicial, tuve otras opciones, pero elegí unirme a Bomchil precisamente por esas cualidades. A pesar de ser uno de los estudios más grandes de nuestra área, conserva un enfoque artesanal en su trabajo. Se nota que cada expediente recibe atención personalizada y no es simplemente asignado a un junior con un “hazlo tú mismo”. Es esencial reconocer quién trabaja con dedicación y eficiencia, tanto en el ámbito judicial como en el legal. Hablo desde mi experiencia y lo que he observado en cómo gestionan sus casos; es evidente que trabajan con gran responsabilidad y seriedad.
¿Qué los motivó a sumar a Julia al estudio?
Javier: Necesitábamos sumar a alguien con el prestigio y reconocimiento de Julia. Cuando surgió la oportunidad, gracias a nuestro ex socio Rafael Manovil, la impulsamos con entusiasmo aunque no la conociéramos personalmente. Sabíamos de sus antecedentes y de su capacidad a través de sus sentencias. Al enterarnos de su interés en trabajar en el sector privado, consideramos que era una oportunidad única.
Julia: Actualmente, los sueldos en el Poder Judicial son bastante competitivos, pero ha habido momentos difíciles. Cuando mis hijos estaban en el colegio, me costaba pagar la cuota siendo jueza de primera instancia. Esta situación llevó a muchos a renunciar por una necesidad económica. Aunque ahora los salarios son más altos y el poder puede ser atractivo, mi motivación siempre ha sido el derecho y la justicia. Elegí unirme a este estudio porque sé que aquí podré trabajar de manera efectiva. Fue, en cierto modo, un salto al vacío.
¿Qué te motivó a dar ese salto?
Julia: Me apasiona el ejercicio profesional, especialmente el asesoramiento. Es gratificante dar clases en maestrías o posgrados, donde los alumnos buscan respuestas a sus preguntas más complejas. La práctica del derecho es intrigante y estratégica, desde redactar contratos hasta interpretar las necesidades del cliente. En mi experiencia, tanto en la justicia como en la práctica privada, se ejerce el derecho de manera significativa. El buen abogado puede anticipar las decisiones del juez, lo que permite trazar la mejor estrategia para el cliente. Así, se puede diseñar un negocio exitoso en todos los aspectos y evitar errores que conduzcan al fracaso.
¿Y cómo estás transitando esta etapa?
Julia: Con mucha alegría. Todo el mundo sigue esperando que en algún momento me largué a llorar. Amé de verdad lo que hice y creían que nunca me iba a ir. Fue una gran sorpresa. La primera vez que lo pensé fue cuando la jueza María Lilia Gómez Alonso cumplió 75 años y quiso seguir pero no pudo hacerlo. Y está bien porque es lo que establece la Constitución. Pero no sé si hubiera querido que los 75 fueran el límite para mí. Al ver a María Lilia, que deseaba continuar, me dije: “No quiero estar siempre limitada por estas reglas”. Empecé a reflexionar sobre ello y a expresarlo. A partir de entonces, comenzaron a surgir otras opciones.
¿Cuáles son las diferencias más marcadas entre ejercer como jueza y como abogada?
Julia: En los dos ámbitos en algún momento te pones una camiseta. La camiseta cuando sos abogado te la pones de entrada, mientras que como juez lo haces una vez convencido. Al analizar un caso en el estudio para emitir una sentencia, estudiás la situación, determinás quién tiene razón y luego estructuras tus argumentos para explicar tu decisión. En la experiencia profesional, no es así. Tuve la fortuna de que el primer cliente del estudio con el que trabajé tenía razón. Pensé, ¡qué suerte! Pero también sentí la presión: ¿y si pierdo el caso? Es similar a un juez que se equivoca en su fallo y condena a un inocente. Creo que en la profesión, tenés desafíos similares. Al defender a alguien que tiene razón, te enfrente al desafío de no cometer errores que puedan perjudicarlo.
¿En qué consiste la transición institucional que comenzó el año pasado?
Javier: Decidimos optar por un nuevo socio administrador. Llevo desempeñando este rol durante 14 años, así que era el momento adecuado para un cambio. Consideramos que era el momento de iniciar un recambio generacional. Tras una votación entre los socios, elegimos a Adrián Furman y planificamos una transición ordenada. Es mi último año como socio administrador, mientras que Adrián asume como socio administrador electo. Actualmente participa en algunos temas junto a mí y gradualmente se involucra más, sin interferir en su importante trabajo profesional. A partir del próximo año, Adrián asumirá plenamente su rol, mientras yo continuaré en el Comité Ejecutivo. Las organizaciones como la nuestra deben promover constantemente la renovación para proyectar una imagen de futuro y continuidad. Nuestro objetivo es alcanzar los 200 asociados, por lo que es crucial iniciar este recambio ahora. Esto también se refleja en nuestra promoción de socios más jóvenes, que garantiza el futuro del estudio y refuerza nuestra visión trascendental. A diferencia de las compañías con accionistas, nosotros somos socios, dueños y también trabajamos activamente. Por eso, es esencial asegurar esta continuidad y futuro para el estudio.
¿Qué medidas incorporaron para aplicar la diversidad de género y la inclusión social?
Javier: Traducimos nuestra creencia en la igualdad de oportunidades en políticas concretas. Desde hace años, hemos adoptado un enfoque flexible para apoyar a las profesionales del estudio en diferentes etapas de sus carreras y proyectos familiares. Esta flexibilidad se ha ido adaptando y fortaleciendo con el tiempo. Varias de nuestras actuales socias comenzaron su trayectoria con nosotros siendo jóvenes y, a pesar de tener hijos, pudieron continuar su desarrollo profesional de manera consistente, al igual que cualquier profesional masculino. Un ejemplo notable es Ariadna Artopoulos, socia de impuestos que se unió al estudio poco después que yo. Con tres hijos a su cargo, ha sido socia durante aproximadamente 15 años y actualmente forma parte del Comité Ejecutivo, desempeñando un rol de liderazgo en la firma. Estos casos evidencian nuestra política efectiva de retención y promoción de jóvenes talentos, permitiéndoles avanzar hacia roles de liderazgo y gestión. Aunque siempre hay espacio para mejorar, estamos orgullosos de los logros alcanzados hasta ahora. Además, hemos establecido un Comité de Diversidad a través del cual llevamos a cabo programas de concientización y diversas actividades, incluyendo eventos en junio durante el Mes del Orgullo. Estas iniciativas, gestionadas de manera autónoma por el comité, fortalecen nuestra cultura interna y subrayan la importancia de la diversidad y la inclusión en nuestra organización. Seguiremos comprometidos con estas prácticas en el futuro.
¿Qué objetivos tiene la firma de acá en adelante?
Javier: Continuar creciendo. A pesar de los desafíos coyunturales actuales, mantenemos un optimismo firme respecto al futuro del país. Creemos en el potencial de la Argentina si el Gobierno logra obtener apoyo legislativo para implementar reformas esenciales, no sólo para nuestro país sino para cualquier economía global. Es fundamental normalizar el sistema cambiario, establecer un marco impositivo más equitativo y adecuar nuestro régimen laboral a estándares internacionales. Estas son medidas adoptadas por países vecinos que han demostrado su eficacia y si la Argentina no las adopta, corre el riesgo de quedarse rezagada en la competencia global. Si ofrecemos condiciones menos atractivas que otros países, el capital y las oportunidades de empleo se desplazarán hacia otros destinos. Es un desafío que requiere esfuerzo colectivo y compromiso de toda la sociedad. Debemos abordar cuestiones como la inflación, el déficit y reformas estructurales profundas. Creemos firmemente que si el Gobierno logra implementar estas reformas, las perspectivas serán alentadoras no sólo para nuestra firma sino para el país en su conjunto, permitiéndonos también continuar con nuestro crecimiento.
Julia: Sumando a lo que decía Javier, por ejemplo nuestra Ley de Sociedades tiene 50 años, no es que sea una necesidad de este Gobierno porque ya venía planteada hace un montón pero si Dios quiere se va a concretar ahora.
¿Cuáles son las principales modificaciones que deberían hacerse?
Julia: Se constituyó una comisión con el objetivo de realizar una revisión integral de la Ley de Sociedades y de la SAS. Esta tarea requiere un esfuerzo colaborativo y una obra colectiva. Para lograrlo, es esencial llegar a consensos, lo que implica abordar numerosos aspectos que necesitan atención y trabajo conjunto.
¿Y cómo articulan el trabajo de las empresas con el arbitraje internacional?
Javier: Nuestra práctica de arbitraje internacional cuenta con una sólida trayectoria y un equipo altamente consolidado. La experiencia acumulada en las últimas dos décadas ha posicionado a varios de nuestros socios como referentes en el ámbito del arbitraje. Por un lado, hemos representado a numerosas empresas en procedimientos arbitrales y, por otro, varios de nuestros socios han sido designados como árbitros destacados. Uno de ellos, por ejemplo, forma parte de la corte de la International Chamber Commerce de París (ICC) de París, lo que permite a las empresas designarlo como presidente del Tribunal Arbitral. Además, contamos con otra socia activamente involucrada en esta área. La combinación de nuestra experiencia como firma, el historial de casos de arbitraje en los que hemos participado y estas designaciones nos posiciona como un referente destacado tanto a nivel regional como internacional en arbitraje. La incorporación de Julia, con su prestigio y reconocimiento, potenciará aún más nuestra posición. Estamos comprometidos en fortalecer nuestra presencia para mantenernos a la vanguardia en materia de arbitraje internacional.