Por Martín Bijio
En la región se vive un panorama impensado hasta hace muy poco tiempo atrás. El 7 de octubre de 2023 fue el detonante.
Sorprende en el mundo entero la rapidez del declive del llamado “Eje De La Resistencia” comandado por Irán, que incluye e incluía principalmente a los grupos terroristas Hezbolá y Hamas, al régimen de Bashar Al Assad en Siria y milicias en Irak y Yemen. Si bien aún hay cosas importantes por definirse, como la liberación de los rehenes que permanecen secuestrados en Gaza, existe una certeza grandilocuente: el equilibrio de fuerzas se modificó radicalmente, tras décadas de una ecuación inversa.
Este cambio histórico del panorama en Medio Oriente es el resultado de la contundencia, la determinación y la capacidad de Israel para responder al fatídico 7 de octubre del año 2023, cuando cientos de terroristas de Hamas si filtraron en Israel por tierra, aire y mar para asesinar a 1189 personas y secuestrar a otras 251.
A partir de allí, el debilitamiento de “los enemigos de Israel” se fue produciendo en cadena, región por región, como en efecto dominó.
La primera disminución de fuerza importante por parte del “Eje de la Resistencia” se fue dando en la ciudad de Gaza, cuando el ejército israelí, con múltiples incursiones por tierra y aire, fue paulatinamente eliminando a la mayoría de los batallones de Hamas, incluyendo la destrucción de su poderío militar y de infraestructura, como por ejemplo los múltiples y sofisticados túneles construidos bajo hospitales, escuelas y edificios civiles, y los que cruzaban desde la ciudad de Rafah hacia Egipto para el contrabando de armamento.
Tras ello, la siguiente precipitación del “Eje de la Resistencia” sería contundente: la pérdida del poderío militar de Hezbolá en el sur del Líbano. Saliendo en defensa de Hamas, el grupo terrorista chií atacó reiteradas veces a Israel con decenas de misiles, asegurando que no iba a detenerse hasta que Israel finalice el asedio en Gaza. Eso no sucedió: con toda su cúpula eliminada y gran parte de su infraestructura militar destruida por Israel, finalmente Hezbolá se vio obligado a firmar un acuerdo; luego de muchos años fortaleciéndose cada vez más en la zona, no le quedó otra opción más que abandonar el territorio hacia el norte del río Litani, a unos 27 kilómetros de la frontera con Israel, dejando lo que era su bastión principal en custodia del ejército oficial libanés y de los cascos azules de unifil (Naciones Unidas).
Así las cosas, al “Eje de la Resistencia” le quedaba un centro de poder histórico y fundamental: Siria, con el régimen de Bashar Al Asaad dominando el país desde hacía 50 años de manera ininterrumpida. Sin embargo, con Hezbolá y Hamas en ruinas, la capacidad del régimen de defenderse, pendía de un hilo. Esta situación la terminaron aprovechando combatientes opositores del régimen de Asaad. Los llamados “rebeles” necesitaron muy pocos días para derrocarlo, tomando el control de las principales ciudades del país. El ex líder sirio huyó a Rusia, país que también debió retirar arsenal y tropas militares que supo establecer en la región. Iran, aún impactado por el preciso ataque israelí a sus defensas aéreas que había sufrido días antes en su propio territorio, y Rusia, muy ocupada en la guerra que libra en Ucrania, no opusieron resistencia alguna. Además, en los estratégicos y disputados Altos Del Golan, Israel ocupó temporalmente la parte Siria como prevención para vigilar la zona, allí donde las fuerzas que controlaba el citado Asaad debieron retirarse por completo. Inclusive, se pudo ver a residentes de aldeas sirias colaborar con las fuerzas israelíes a la hora de recolectar el armamento abandonado por las tropas vencidas, incluyendo material de guerra química.
El próximo e inminente impacto que sufrirá el “Eje de la Resistencia” podrá ser en uno de los territorios donde le quedan fuerzas aliadas. Se trata de Yemen, donde los hutíes continúan disparando misiles balísticos y drones explosivos hacia Israel, como cegados y no queriendo aceptar la nueva realidad que impera en toda la región; una postura que, en definitiva, seguramente termine acelerando el proceso de derrocamiento del “Eje de la Resistencia”, pues obliga a continuar respondiendo militarmente hasta socavar la amenaza.
Es muy difícil prever los próximos acontecimientos en una región signada por tantos conflictos a lo largo de la historia. Pero sí se puede asegurar que ya no es lo que era, y que esta nueva perspectiva, aún con la sangre derramada y el dolor latente, abre las puertas a un nuevo período de mayor prosperidad.