sábado, abril 26, 2025
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Matías Fischböck: “La inteligencia artificial generativa va a cambiar el sistema judicial para bien”

Eligió el Derecho por descarte, comenzó su desarrollo profesional a partir de una recomendación familiar y abrió su estudio de abogados para demostrar que podía litigar. Durante este camino “heredado” descubrió su pasión: vincular la tecnología y la justicia. En una entretenida entrevista con Quórum, Matías Fischböck no sólo cuenta por qué y cómo creó ALTA, la Asociación de Impulsores de Legaltech en Argentina, sino también en qué consiste el programa de uso estratégico y responsable de la Inteligencia Artificial (IA) generativa del que forma parte.  

¿Qué es la justicia para vos?

La justicia, para mí, tiene más que ver con la paz social que con una verdad absoluta. No creo en verdades absolutas, pero creo que la justicia busca algo más profundo. No sólo se trata de paz social, también está relacionada con la eficiencia. No la vinculo directamente a la verdad pero espero que, a través de la justicia, logremos un país con paz y con un sistema eficiente de resolución de conflictos. Mi enfoque está en eso: la eficiencia en la resolución de problemas. No tengo una visión completamente ideológica sobre la justicia como una verdad inmutable.

¿Por qué decidiste estudiar abogacía?

Debería decir que fue por una profunda vocación, pero la realidad es otra. Quería ser piloto comercial, pero en mi casa no había recursos para eso, así que opté por la abogacía porque tenía un tío abogado y otro piloto. Primero intenté seguir al tío piloto, pero no pude. Siempre le digo a mis hijos y a los jóvenes que uno no siempre se apasiona de inmediato por una profesión. En mi caso fue lo contrario, elegí la abogacía casi por descarte, pero luego me terminó apasionando. Hoy me siento muy feliz de haber seguido este camino. Creo que es alentador para los jóvenes, que muchas veces se sienten perdidos, saber que no siempre la primera elección es definitiva. Uno puede cambiar, transformarse y, como en mi caso, empezar de una manera y terminar en otra. Esa es mi invitación a la juventud.

Y además, uno puede reinventarse, como hiciste vos, ¿no?

Totalmente. La abogacía tiene esa flexibilidad. Hoy, por ejemplo, paso más tiempo pensando en cómo desarrollar herramientas tecnológicas para transformar el sector legal que en los códigos legales en sí. Esa amplitud y versatilidad es lo que más me atrae de esta profesión.

¿Por qué elegiste ser abogado corporativo al inicio de tu carrera?

Bueno, la vida me fue llevando…

¿Elegiste algo, Matías?

(Risas) ¡No! Resulta que tenía otro tío que trabajaba en un banco…

¿Cuántos tíos tenés?

(Risas) Me convocaron para trabajar en un banco y estuve allí 18 años. Empecé en áreas legales y eso me abrió el camino hacia el derecho corporativo, pero no desde la típica visión de asesorar grandes empresas sino desde la esencia de cómo llevar adelante la profesión. Para mí, ser abogado corporativo no es sólo trabajar con grandes corporaciones, sino ejercer de manera estructurada, con procedimientos, manuales y proyecciones. Eso fue lo que me dejó mi paso por empresas grandes.

El último banco en el que trabajaste fue Santander…

Sí, Santander me enseñó muchísimo. Al ser un banco internacional, tuve la oportunidad de estar en contacto con su casa matriz, lo que me dio una visión más amplia, de largo plazo. Creo que uno de los grandes problemas del abogado “de a pie” en Argentina es que se pierde en el día a día y olvida la importancia de las estructuras y proyecciones, algo que hoy es fundamental con la tecnología.

¿Por qué decidiste dejar Santander?

(Risas) Es una historia un poco graciosa. Mi tío, el mismo que me sugirió estudiar abogacía, no me veía como abogado sino como empleado bancario. Era casi como un bullying familiar. Sentía la necesidad de demostrar que era un abogado de verdad, un litigante. Finalmente, tomé la decisión de dejar el banco y crear mi propio estudio. Hoy, manejamos más de 58 mil juicios, así que creo que logré mi objetivo.

¡Eso es un montón de juicios!

Sí (risas). Y eso me llevó a buscar la manera de gestionar tanta cantidad de casos con tecnología. Ese es el próximo paso.

La tecnología parece ser el gran desafío para el mundo del derecho.

Sin duda, es el gran desafío del abogado en este momento. Creo que 2024 es un año clave porque muchos abogados finalmente han entendido que la tecnología es indispensable. El abogado que no incorpore la Inteligencia Artificial (IA) quedará rezagado, no porque la IA lo reemplace, sino porque lo hará otro abogado que sí la use. No tuve la oportunidad de ir a la reunión anual del IBA que se hizo en México. Había estado el año pasado en Miami y había un 30 por ciento de speakers sobre innovación y tecnología, este año el 85% de los speakers hablaban de innovación e inteligencia artificial. Es más que evidente que hoy estamos verdaderamente en un gran despertar y la verdad que a mí me ilusiona mucho. 

Antes de hablar de ALTA, diste un paso importante al crear herramientas que simplifiquen la enorme cantidad de juicios que manejás. ¿Cómo fue ese proceso?

Sí, exactamente. Esto surge porque muchas veces la teoría va un paso más allá que la práctica. Hay muchas teorías interesantes pero llevarlas a la realidad te da una perspectiva mucho más amplia sobre los obstáculos que podemos encontrar en el camino. Como te mencionaba, en nuestro estudio manejamos una cantidad impresionante de juicios, y más por necesidad que por diversión, tuvimos que tomar una decisión: digitalizar el estudio. Desarrollamos herramientas que nos permiten gestionar esta gran cantidad de juicios y mantener una estructura de costos sostenible. A partir de ahí, comenzamos a desarrollar tecnología in-house. Creamos un área de tecnología dentro de otra empresa que tenemos, y desarrollamos una serie de robots que se conectan con los portales judiciales para automatizar la gestión de los juicios. Esto nos ha resultado extremadamente beneficioso. Tanto así que decidimos crear una empresa de LegalTech para desarrollar un software de gestión judicial con inteligencia artificial. A medida que avanzaba este proceso, me volví un apasionado de este mundo. Empecé a conectarme con gente no sólo de Argentina, sino de toda Latinoamérica y el mundo. Fue un antes y un después en mi vida profesional. A veces me da un poco de vergüenza ser tan entusiasta con este tema, pero estoy convencido de que estamos presenciando la transformación más importante de la justicia en la historia de la humanidad. La inteligencia artificial generativa va a cambiar el sistema judicial para bien. Vivir este proceso desde sus inicios es algo increíble. Dentro de este fanatismo, me di cuenta de que era importante generar una estructura que fuera más allá de lo comercial. 

Y así nació la Asociación de Impulsores de Legaltech en Argentina (ALTA)…

Quería crear un impacto positivo en la sociedad, así que, junto con colegas, funcionarios judiciales, emprendedores, empresarios de startups, bancos, estudios jurídicos y otros, fundamos una ONG. ALTA es una asociación sin fines de lucro que cumplió un año en agosto, y su objetivo es promover iniciativas tecnológicas y de inteligencia artificial para transformar el sector legal. Lo más emocionante fue encontrar personas con la misma pasión, dedicando tiempo a este proyecto pro bono para realmente transformar el sistema judicial con innovación. En ALTA lo más valioso es la diversidad de perfiles que participan: desde auxiliares de justicia en juzgados de trabajo hasta ministros de la Corte Suprema, socios de grandes estudios jurídicos, abogados recién recibidos… ¡Es muy enriquecedor!

¿Qué tan importante es crear un espacio donde no existan jerarquías?

Es fundamental. Creo que la tecnología, especialmente en esta etapa, ha traído una nueva visión de colaboración y horizontalidad. En ALTA, no somos abogados ni jueces, somos personas con el objetivo común de transformar el sistema legal con innovación. Lo más valioso es que esto no es algo artificial, sino que se da de manera natural gracias a la pasión que compartimos.

Además hay un espíritu muy emprendedor, algo que a veces no se ve en estructuras más rígidas.

Totalmente. Esta mentalidad emprendedora contagia y nos impulsa a seguir creciendo. No sólo en Argentina, sino a nivel regional: hicimos un convenio con asociaciones en Chile y Colombia, y estamos colaborando con un observatorio de startups de LegalTech en toda Latinoamérica. También tenemos un acuerdo con un hub global en Barcelona. Todo esto lo hacemos con una mirada 100% pro bono y con mucho entusiasmo, lo que lo convierte en algo muy divertido.

¿De qué se trata el programa que presentaron hace unos meses para capacitar en IA Generativa?

Primero, quiero agradecerle a Quórum su apoyo en la promoción de este programa. Nació de la colaboración entre tres organizaciones: el IALAB, el Laboratorio de Inteligencia Artificial de la UBA, dirigido por Juan Corbalán; JusLab, una red de innovación a nivel nacional liderada por Mario Adaro; y nosotros, ALTA. Identificamos la necesidad de crear un espacio para alfabetizar a los agentes judiciales y del derecho sobre la inteligencia artificial generativa y los modelos de lenguaje. El programa incluye una serie de actividades para acercar a abogados y agentes judiciales a este nuevo mundo. Contamos con una cantidad de inscriptos impresionante en todo el país. Nosotros promovemos su utilización pero con la responsabilidad de que el uso sea estratégico y éticamente responsable. Entonces, en ese marco también los talleres contaron con profesores espectaculares que hablaron mucho sobre cómo mitigar todos los riesgos que trae aparejada la inteligencia artificial generativa. Además, estamos recolectando métricas sobre el uso de la IA en el ámbito judicial, con la idea de terminar el proyecto con un libro que reúna recomendaciones sobre su uso estratégico y ético en el sector. 

¿Cómo se puede llevar a cabo un programa tan importante sin recursos?

Te agradezco esta pregunta porque es vital. El programa se sostiene gracias a un enorme equipo de colaboradores que trabajan a pulmón y pro bono. No se trata sólo de Juan, Mario y yo sino de muchas personas que dedican horas, fines de semana y madrugadas, todos con la misma pasión por transformar la justicia a través de la inteligencia artificial generativa. Sin ellos, nada de esto hubiera sido posible. El agradecimiento es enorme, aunque no quiero nombrar a nadie en particular porque son tantos que sería injusto olvidar a alguien.

¿Cómo es la relación con el Ministerio de Justicia de la Nación?

La relación es fantástica. A través de Fernando Horowitz, quien lidera el programa de inteligencia artificial en la justicia que impulsó el Presidente, tenemos una colaboración plena. El apoyo es constante, no sólo en términos de participación directa, sino también en la visibilidad y difusión del programa, lo cual agradecemos profundamente.

¿Por qué hay tanto temor en torno a la inteligencia artificial? Desde algunos sectores se baja una línea de miedo. ¿Es desconocimiento? 

Sí, en parte el miedo viene del desconocimiento, y ese temor nos aleja. Es natural criticar lo que no entendemos, pero el desafío es enfrentarlo responsablemente y entender que la IA es un copiloto, un auxiliar, no algo que nos va a reemplazar. Es clave involucrarse para no quedar fuera del sistema. Por otro lado, también es importante regular la IA, porque aunque soy un defensor de sus beneficios, sabemos que si no la regulamos, puede causar más daño que bien. Incluso el CEO de Microsoft ha pedido a gritos que se regule. Esta regulación no debe limitar sus beneficios, sino proteger derechos fundamentales como los datos personales y temas de género. En Argentina, estamos trabajando en recomendaciones dentro del sector legal para acompañar este proceso de análisis.

¿Entonces el próximo paso es trabajar para que se avance con una regulación?

Exactamente. Creo que es fundamental hacer un llamado al Poder Legislativo para que involucre a toda la sociedad en este proceso. Hay mucha gente que está trabajando y aprendiendo, pero si los proyectos legislativos no reflejan la realidad de lo que está ocurriendo, corremos el riesgo de quedarnos atrás. Necesitamos leyes que acompañen esta transformación de manera alineada con los avances que estamos viendo.

¿Qué te gustaría que represente ALTA?

Me gustaría que ALTA sea un actor importante en la transformación de la justicia, no sólo desde el ámbito privado, sino como un ente que realmente ayude a transformar el sector legal. Quiero que, en unos años, cuando veamos una justicia diferente, podamos decir que ALTA fue parte de ese cambio.

¿Es posible lograr esa justicia diferente?

Yo soy muy optimista, así que sí, creo que es posible. Hay muchas iniciativas en marcha, aunque tal vez les faltan más visibilidad. Debemos asumir que, como abogados, también tenemos nuestra cuota de responsabilidad. Si todos, desde el sector público y privado, trabajamos con un mismo objetivo de transformar la justicia con innovación, lo vamos a lograr. La tecnología se ha democratizado tanto que el cambio puede venir no sólo de arriba hacia abajo, sino también desde las bases. La invitación es clara: debemos convocar a todos para construir desde abajo hacia arriba, paso a paso, con pequeños proyectos que sumen. No podemos esperar grandes reformas que vengan de una autoridad superior, como el jefe, el dueño de una empresa o un juez de la Corte, diciéndonos qué hacer. Las iniciativas que nacen desde las bases son igualmente valiosas y pueden lograr grandes resultados. Esa construcción colectiva, desde las pequeñas acciones, puede ser extremadamente efectiva para impulsar un verdadero cambio.

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