Impulsada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, Sabrina Ajmechet llegó al Congreso de la Nación para marcar agenda en derechos humanos, educación y la lucha contra el antisemitismo. Como Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos destaca el cambio de enfoque que busca desarticular la apropiación kirchnerista de este tema. Con un estilo directo, respalda la independencia judicial y reconoce los desafíos que plantea la tensión entre Bullrich y Mauricio Macri en el futuro de su espacio político.
¿Cómo evalúas tu recorrido hasta ahora como diputada nacional? ¿Qué objetivos has logrado en este tiempo en la Cámara?
Comencé a hacer política en 2021, tras trabajar por la apertura de las escuelas durante la pandemia. Ingresé a la Cámara de Diputados el 10 de diciembre de ese año, enfrentando los desafíos de cualquier nueva experiencia. Hoy me siento muy satisfecha con el trabajo en la Comisión de Educación y, especialmente, con lo que hemos logrado en la Comisión de Derechos Humanos, que actualmente presido. Hemos logrado cambiar el enfoque de la agenda de Derechos Humanos, alejándola de la apropiación partidizada y universalizando, porque el kirchnerismo no puede seguir apropiándose de la agenda de Derechos Humanos, que es de todos. Por otro lado, otra labor que me honra es la de presidir el Grupo de Amistad con Israel, que este año tuvimos una visita importantísima, la del Presidente de la Knesset, que vino a compartir con nosotros cómo enfrentan la situación en su país desde el 7 de octubre de 2023.
Has sido una defensora de la independencia judicial. ¿Cómo creés que se puede fortalecer este aspecto en el contexto actual de Argentina?
Tanto yo como mi partido siempre hemos apoyado el fortalecimiento de la República y un Poder Judicial independiente. La Constitución es clara en cuanto a la independencia de los tres poderes, pero cuando trabajan juntos se logran mejores resultados. Un ejemplo claro es la lucha contra el narcotráfico, donde el Poder Ejecutivo, encargado de las políticas de seguridad, necesita el acompañamiento del Poder Judicial. Si los jueces no actúan, las políticas no tienen efecto, como se ve en Rosario, donde los resultados son positivos gracias a la decisión de atacar el problema de raíz y el trabajo de jueces y fiscales comprometidos. En Diputados hemos aprobado leyes clave, como la Ley “Anti-mafias”, y otras normativas, como la de Banco de Datos Genéticos, que fortalecen las herramientas del Estado en esta lucha. Tenemos en agenda la ley de reincidencia y el juicio en ausencia. Con un Congreso que comprende la crisis de seguridad, un Ministerio comprometido y un Poder Judicial eficiente, es posible dejar atrás la impunidad a la que lamentablemente este país nos ha acostumbrado.
Durante tu mandato, ¿cuáles han sido los proyectos de ley más importantes que ha presentado relacionados con Derechos Humanos y Justicia?
Este año, en la Comisión de Derechos Humanos, dictaminamos dos proyectos importantes gracias al apoyo de varios bloques. Uno de ellos es una amnistía para las personas con causas penales abiertas por haber violado normativas durante el ASPO y el DISPO. Muchas personas hoy tienen antecedentes penales por salir a la calle en días en los que se restringía el tránsito según el número de finalización del DNI, lo que les impide acceder a empleos. Eso no puede pasar. El otro proyecto establece el 20 de marzo como Día de Duelo Nacional en homenaje a las víctimas de las violaciones de Derechos Humanos durante la pandemia, un hecho que en muchos casos no ha tenido resolución judicial, por lo que visualizarlo es crucial. Además, logramos convertir en Ley el Día de Duelo Nacional en recuerdo de las víctimas del atentado a la AMIA, dejando claro que ese ataque fue contra todos los argentinos, no sólo contra la comunidad judía.
¿Qué te motivó a involucrarse en el Foro Argentino contra el Antisemitismo (FACA)y cuáles considera que han sido los principales logros del foro hasta el momento?
Creamos el FACA el 7 de noviembre de 2023, tras los ataques a Israel, conscientes de que el antisemitismo estaba en aumento tanto a nivel global como en Argentina. Empezábamos a ver situaciones inéditas, como escuelas judías pidiendo a los estudiantes que no usaran su uniforme para protegerlos o el creciente contenido antisemita en redes sociales. Junto a Elisa Trotta y Laura Alonso, fundamos el Foro con el objetivo de involucrar a judíos y no judíos, entendiendo que este tema nos afecta a todos. Se sumaron periodistas, intelectuales, políticos y personalidades de la cultura, y desde entonces hemos realizado diversas acciones de visibilización y concientización. Entre las más destacadas, pintamos las sendas peatonales de Estado de Israel y Palestina con los nombres de las mujeres secuestradas por Hamás, para visibilizar lo que las organizaciones feministas estaban negando y lanzamos la campaña “Construyamos un país sin antisemitismo” en obras en construcción de la Ciudad y el Gran Buenos Aires.

¿Qué medidas concretas deberían tomarse a nivel legislativo para combatir el antisemitismo en Argentina?
La Justicia tiene cada vez más herramientas para condenar a los antisemitas y esto se debe fundamentalmente a que hemos adoptado como país y de manera oficial la definición de antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IRHA). Es una definición clara que inclusive tiene ejemplos contemporáneos de antisemitismo y si una persona incurre en actitudes antisemitas puede ser condenada. De todas maneras, es importante trabajar en una posible reforma de la Ley Antidiscriminatoria. Hay que poner que el antisemitismo es una forma de discriminación y que pedir por la eliminación de Israel es ser antisemita. Tiene que ser claro en nuestro cuerpo normativo que, en los tiempos que corren, antisionismo es antisemitismo.
¿Cómo enfrenta las críticas que recibís desde ciertos sectores por su apoyo a Israel en el conflicto palestino-israelí?
Las tomo como de quien vienen. No hace falta que lo diga yo, pueden verlo entrando en cualquiera de mis redes sociales y viendo cuáles son las respuestas de muchas personas.
Muchos me dicen “volvete a tu país” y es ahí cuando yo les respondo que mi país es Argentina. Soy una judía argentina. Ser judía no me hace menos argentina. El antisemitismo está más fuerte que nunca y todos aquellos que tenemos exposición pública y tomamos partido por la defensa de la democracia y el derecho de Israel a existir y defenderse, somos atacados. Lo más preocupante es que esos discursos de odio e intolerancia no sólo se repliquen en redes sociales sino dentro del propio Congreso de la Nación. A mi una diputada del Frente de Izquierda me ha gritado “genocida” en una sesión por decir que Irán estaba bombardeando a Israel. Diputadas de Unión por la Patria me gritaron “sionista” como insulto. Eso es lo que muchos de nosotros vivimos, un odio infundado por parte de aquellos que quieren borrar a Israel y a todos los judíos del mapa.
¿Qué papel juega la educación sobre el Holocausto en la prevención del antisemitismo y cómo cree que debería implementarse en las escuelas argentinas?
La mayoría de las currículas tratan temas de antisemitismo ligados al nazismo y después dejan de hablar de antisemitismo. Un chico que va a la escuela hoy, puede terminar la escuela creyendo que el antisemitismo se terminó con la caída del nazismo y eso es claramente algo para modificar. Hoy vemos como ha resurgido un antisemitismo moderno distinto que utiliza otros argumentos diferentes que también deben ser estudiados. Desde el FACA y con este objetivo de seguir educando, estamos trabajando en desarrollar un videojuego sobre antisemitismo que sabemos va a ser una herramienta muy útil para que, desde un entorno amigable para los jóvenes, ellos puedan incorporar conceptos muchas veces dificiles de enseñar. La falta de educación es el caldo de cultivo para la ignorancia y la ignorancia, para el antisemitismo. Todos tenemos que aprender del pasado para que no vuelva a repetirse nunca más.

¿Cómo evaluás la gestión del gobierno de Javier Milei en sus primeros meses, especialmente en temas relacionados con la economía y la justicia?
Creo que muchos estamos sorprendidos por los grandes resultados económicos logrados por el Gobierno en tan poco tiempo. Con un rumbo claro, se han hecho reformas profundas y se ha atacado de raíz un problema endémico como la inflación. Comparado con lo que dejó el kirchnerismo, es evidente que la situación económica ha mejorado. Esa mejora es el resultado directo de un programa con un rumbo definido. Siempre dijimos que el gobierno de Alberto Fernández no tenía un plan, y ellos mismos lo reconocían. Hoy, el Gobierno tiene ideas claras, coraje y un plan que está dando buenos resultados. Aunque no es fácil desmantelar la Argentina corporativa y corrupta, se están tomando decisiones difíciles pero necesarias para corregir décadas de decadencia.
¿Cuáles han sido tus principales coincidencias y desacuerdos con los proyectos enviados por Milei?
Este año, la Cámara de Diputados tuvo un papel clave en las reformas impulsadas por el nuevo Gobierno. Encontré varios puntos en común con la agenda oficialista en temas como seguridad, economía y desregulación. El año comenzó con el debate de la Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos, donde, aunque coincidimos con su enfoque en promover la iniciativa privada y el desarrollo, desde el Bloque PRO trabajamos para enriquecer el proyecto con nuestras propuestas, las cuales fueron en su mayoría aceptadas. Gracias a este trabajo conjunto, mejoramos significativamente el texto final sancionado por ambas cámaras. Además, compartimos una agenda sobre el desarrollo económico y también coincidimos en proyectos importantes. Aprobamos la Ley de Boleta Única Papel, que traerá mayor transparencia a las elecciones, un tema que llevaba años en el Congreso. También avanzamos con proyectos de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, como la Ley “Anti-Mafias”, que está a la espera de sanción final en el Senado, y que nos brindará mejores herramientas para combatir el narcotráfico y el crimen organizado.
En los últimos años, hemos visto tensiones internas en el PRO entre figuras como Mauricio Macri y Patricia Bullrich. ¿Cómo manejás tu relación con ambos líderes y cómo se ha posicionado en estos conflictos?
Me uní al PRO a partir de la propuesta de Patricia Bullrich, quien confió en mí y me vió en este rol que hoy ocupo. Si bien tenía cercanía ideológica, nunca me había metido en política, mi mundo era la Universidad y la academia. Veo en ambos líderes una gran vocación en favor de un cambio profundo en la Argentina que personalmente me inspira. Las ideas y sobre todo la visión de futuro de ambos es muy necesaria para que salgamos de tantos años de decadencia y frustraciones.
Considerando tu participación en el Congreso, ¿cuál es tu visión sobre el liderazgo de Bullrich en Juntos por el Cambio y su relación con Mauricio Macri, especialmente en lo referente a la estrategia legislativa y la oposición al gobierno de Milei?
Este año fue muy exitoso en materia legislativa, especialmente con las propuestas de Patricia Bullrich desde el Ministerio de Seguridad y las que buscan cambiar la economía. Varios proyectos de su Ministerio se convirtieron en ley, reflejando el compromiso de Juntos por el Cambio con políticas clave para la seguridad. El trabajo conjunto de los partidos que conforman Juntos por el Cambio y el liderazgo de Laura Rodríguez Machado en la Comisión de Legislación Penal fueron claves para estos avances. Esto demuestra que el liderazgo de Bullrich genera resultados concretos y refuerza nuestra postura con propuestas claras para que el gobierno las adopte.

¿Cuál es tu evaluación sobre el papel de los crímenes de odio en la agenda de derechos humanos en Argentina? ¿Qué más se podría hacer para proteger a las minorías?
Cuando hablamos de crímenes de odio es importante remarcar que en Argentina no tenemos los problemas que tienen otros países de la región y del mundo. Nosotros no tenemos crímenes de odio ligados a lo racial o a lo religioso, por ejemplo. Acá cuando nos referimos a este tipo de crímenes nuestra cabeza se dirige principalmente a los femicidios. Respecto a ese tema, comprendimos que no son problemas que se resuelven con más burocracia sino con políticas efectivas que mejoren la situación concreta de las mujeres. Tuvimos Ministerio de las Mujeres pero lo que se necesita no son estructuras burocráticas sino asistencia, prevención y sobre todo detección temprana de todos los casos de violencia de género porque los crímenes no nacen de la nada y hay muchas alarmas que se encienden antes. Es clave poder detectar todos estos preavisos y así evitar los crímenes.
En relación con los crímenes de lesa humanidad, ¿creés que Argentina ha avanzado lo suficiente en garantizar la justicia por los hechos ocurridos durante la dictadura militar?
Argentina es uno de los pocos países que condenó a los dictadores en tribunales civiles por los crímenes cometidos, lo que es un gran orgullo. Cuando algunos dicen que nadie hizo nada por los Derechos Humanos hasta la llegada del kirchnerismo, nos están mintiendo y engañando. Fue Alfonsín quien, aún cuando los militares tenían poder, quien decidió enjuiciarlos junto a las cúpulas de las organizaciones armadas. Mientras Alfonsín impulsaba el juicio, el peronismo pedía amnistía para los militares. Es un hecho histórico que no podemos olvidar. Si bien hemos logrado condenar a muchos responsables de los crímenes de la dictadura, entiendo que esa herida aún está abierta en nuestra sociedad y nos impide ver con claridad las violaciones a los Derechos Humanos actuales. Lo que vivimos durante la pandemia y lo que ocurre en provincias como Formosa o Santiago del Estero son ejemplos de violaciones que no podemos ignorar. No podemos mirar para otro lado cuando los Derechos Humanos siguen siendo vulnerados en la Argentina de hoy.
Sos doctora en Historia y has desarrollado una importante carrera académica. ¿Cómo ha influido tu formación académica en su carrera política?
Todo lo que estudiamos y nuestra formación impacta en la forma que tenemos de ver el mundo y en cómo pensamos cada uno de los temas. Mi involucramiento y participación activa en política se basa en la defensa clara de determinadas ideas y valores. Esas ideas fueron las que adquirí a lo largo de mis años en la academia y me permitieron sistematizar, complejizar y definir con nitidez mi forma de pensar y ver el mundo. Eso es lo que defiendo día a día en mi banca del Congreso.
¿Qué te motivó a escribir el libro “El peronismo menos pensado”?
Cuando estudiaba, me impactó descubrir que durante los dos gobiernos de Perón se habían llevado adelante una gran cantidad de reformas estructurales, muchas de ellas electorales. Sin embargo, en la literatura académica y en el imaginario colectivo, lo que resaltaba era el poco apego del peronismo por las instituciones y las reglas. ¿Por qué entonces si no les importaban las instituciones trabajaron tan fuertemente para reformarlas? Esa pregunta inicial me llevó a entender que Perón plasmó sus ideas sobre la política no sólo en la Constitución Nacional del ‘49 sino en cada una de las reformas electorales que llevó adelante redefiniendo el rol de los ciudadanos, de los partidos políticos, de los electores y del Gobierno.
Has expresado tu apoyo a Israel en su conflicto con Gaza y Líbano. ¿Cómo ves el futuro de este conflicto y cuál cree que debería ser el papel de Argentina en la comunidad internacional respecto a este tema?
El futuro de este conflicto depende fuertemente de la liberación de los rehenes. Estoy convencida de que Israel tiene el derecho a defenderse y pedir por el regreso de los rehenes. Todo esto comenzó el 7 de octubre con la masacre que sufrió el pueblo israelí en manos de Hamás y hasta que no vuelvan los rehenes es difícil hablar de un fin al conflicto.
Con el terrorismo no se negocia. Tuvimos un cese al fuego y lo rompieron a los pocos días enviando misiles hacia Israel. Eso no quita que todavía tenga fe en que todos los rehenes puedan volver a sus hogares y llegar a un estadío de paz. El papel que tiene que tomar la Argentina en el concierto internacional es claro: tenemos que acompañar fuertemente el pedido por la vuelta de los rehenes a sus casas. Argentina es, después de Israel, el país con más secuestrados en manos de Hamás. Por eso es importante que podamos alzar nuestra voz por los argentinos y por todos aquellos que defendemos la democracia como forma de vida.
¿Qué tipo de política exterior debería adoptar Argentina frente a países como Irán?
A mí me gusta que Argentina llame a las cosas por su nombre. A los países terroristas hay que llamarlos terroristas, sin medias tintas, y esa es la postura del Gobierno, que considero acertada. Lo mismo aplica a las dictaduras como las de Cuba y Venezuela: son dictaduras y debemos condenarlas. Nuestra justicia ha declarado que Irán es un Estado terrorista, responsable de financiar los atentados contra la Embajada de Israel en 1992 y contra la AMIA en 1994. ¿Cómo no condenar de manera firme a quienes cometieron esos atentados en nuestro suelo? Se terminó la época de pactos de impunidad con terroristas y hoy estamos en un momento donde se llaman a las cosas por su nombre. Además, Irán sigue financiando a Hamás y a Hezbolá, grupos responsables de secuestrar a ciudadanos argentinos. La condena debe ser contundente frente a quienes atacan a argentinos.
¿Cómo puede Argentina fortalecer sus lazos diplomáticos con Israel en un contexto regional tan complejo como el de Medio Oriente?
Argentina e Israel han mantenido históricamente buenas relaciones diplomáticas, independientemente del signo político del gobierno. Esto no significa que las posiciones sean siempre las mismas, pero en el caso de Milei, fue claro al posicionar a Israel como un aliado estratégico, apoyando su derecho a existir y a defenderse. Esa es una postura con la que me siento completamente identificada y orgullosa, especialmente en medio de una ola de antisemitismo, ver a Argentina como un faro de coherencia que defiende la democracia.
Creo que Israel valora profundamente esta posición de Argentina. Mientras muchos en el mundo defienden al terrorismo, nosotros estamos del lado correcto de la historia, apoyando lo que es justo. Las relaciones diplomáticas con Israel están más fuertes que nunca. Vemos en ellos una democracia moderna que lucha por sobrevivir frente a la barbarie terrorista, y ellos nos consideran un aliado confiable.
