“Se necesitan más mujeres en el Poder Judicial”

Aunque no estudió psicología ni trabajo social, hoy ocupa un lugar donde trabaja interdisciplinariamente con profesionales de dichas áreas para mejorar su desempeño como cotitular de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (PROTEX) del Ministerio Público Fiscal de la Nación. En una entrevista con Quórum, la fiscal federal Alejandra Mángano destacó la importancia de la empatía en su función, la necesidad de aumentar la presencia de mujeres en el Poder Judicial y la relevancia de la capacitación constante para ofrecer un servicio de justicia de calidad.

¿Qué es la justicia para vos?
La justicia para mí es el parámetro que permite valorar y reproducir las acciones positivas y desvalorizar y reducir aquellas que son dañinas o nocivas para otros. Esta visión de la justicia persigue reducir los factores que generan desigualdad en distintos planos, principalmente en el plano social.

Contanos sobre tu derrotero en el Poder Judicial…
Empecé muy chica, apenas terminé el secundario. En ese momento se empezaba a trabajar de manera gratuita, éramos meritorios o meritorias. Comencé en el Poder Judicial Federal, primero como meritoria y después hice todos los cargos de la carrera judicial. Me recibí de abogada a los 23 años, por lo que accedí a cargos un poco más importantes como prosecretaria, secretaria, siendo muy joven. Cuando ya había cumplido los años que necesitaba para poder acceder a cargos de magistratura, empecé a concursar y así accedí al cargo de Fiscal de la Procuración General, que es el cargo que tengo desde el 2016.

Además sos fiscal federal en Comodoro Py…
Sí, desde el año 2016 me desempeño como fiscal de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas, parte de la estructura central de la Procuración, y luego de unos meses fui designada además como fiscal subrogante en la Fiscalía Federal 12 de Comodoro Py.

¿Siempre quisiste ser abogada?
No, en algún momento de la adolescencia estuve muy convencida de ser psicóloga. Pero quería ser psicóloga de personas privadas de libertad y después quería ser trabajadora social y trabajar con víctimas. Creo que lo que en definitiva terminó cerrando todas esas intenciones fue estudiar abogacía. Y después, a lo largo de la carrera, terminé haciendo un poco de todo eso.

¿Te seguís capacitando?
Todo el tiempo. Tomo cursos de formación, me capacito y hago estudios un poco más profundos en universidades. Creo que la capacitación y la formación profesional es una obligación del cargo que ejercemos, así que trato de hacerlo.

¿Alguna vez te sentiste presionada para resolver un caso?
Presiones hay muchas. Presiones que tienen que ver con los tiempos, con la gravedad de los casos, con las víctimas a las que muchas veces conozco personalmente y con las que me comprometo. Esas son las presiones que yo más siento. No por ahí presiones en sentido tradicional de lo que uno pensaría, como los medios de comunicación y demás. En este último sentido, creo que son cosas que van pasando y hay que aprender a convivir con eso. Pero bueno, cuando uno conoce a la persona y se involucra personalmente, después tiene que defender ese caso en un juicio o en un litigio y ahí existe una presión por hacer las cosas bien.

O sea que hay algo de la psicología que utilizas…
Totalmente. Ser fiscal especializada en trata de personas implica trabajar con empatía y con muchos psicólogos. El trabajo es interdisciplinario y uno intenta integrar las profesiones. Trabajamos mucho en interactuar y en ver los casos desde ambas perspectivas.

¿Cuáles son los desafíos que tenés en este cargo?
Hay muchos desafíos. Algunos tienen que ver con lo profesional, es decir, con el desarrollo personal de lo que uno quiere y hacia donde uno quiere apuntar. Después están los desafíos de índole particular. Es decir, como mujer, como joven, en un mundo donde en general quienes ocupan los cargos más altos son varones. También hay desafíos que tienen que ver con mejorar las instituciones. Me considero parte del Ministerio Público Fiscal y mucho de mi trabajo tiene que ver o apunta a mejorar su rendimiento como institución. Me siento parte de un engranaje y mi compromiso es trabajar para que el sistema funcione mejor.

Esto de ser mujer y que hayan muchos cargos ocupados por hombres ¿te resulta difícil en el día a día?
Resulta difícil y representa un desafío intentar generar -estando ya en esta posición- que más mujeres lleguen a ese lugar. Porque cuando uno analiza sectores del Poder Judicial más igualitarios en términos de conformación por géneros y también desde el punto de vista generacional, ve mejores resultados. Tenemos que impulsar ambientes igualitarios y para eso se necesitan más mujeres en la justicia. También participo de la Asociación de Mujeres Juezas de Argentina (AMJA), que es un ámbito asociativo en donde nos juntamos juezas, fiscales, defensoras, funcionarias y gran parte de lo que intentamos es que más mujeres accedan a estos puestos de decisión y generar así ambientes de trabajo incluso más igualitarios.

¿Qué opinás de los cargos que hay vacantes hoy en la Corte Suprema y en la Procuración?
Todas las vacantes en el Poder Judicial, en el Ministerio Público Fiscal y en la Defensa tienen que ser cubiertas. Hay mucho trabajo y hay mucha expectativa de la sociedad porque estas instituciones funcionen bien. Lo cierto es que cuando las instituciones no están integradas por todos los miembros con los que fueron pensadas, sin dudas genera un deterioro en los resultados. 

¿Por qué considerás que se traban las designaciones?
Tal vez se los concibe como cargos más políticos -en términos de política partidaria- de lo que son. La idea de poder pensar al Poder Judicial o al Ministerio Público como un servicio social es la que tiene que motivar esos nombramientos. No hay que pensar en la política exclusivamente en términos partidarios, en sentido de unos contra otros, sino más bien pensar que el Estado argentino requiere de este servicio y hay que prestarlo bien. Para eso tenemos que designar a los que integran estos poderes.

¿Cómo es estar todo el tiempo en contacto con delitos tan aberrantes?
Es un desafío también poder transitarlo con la calma que requiere. Porque uno sigue viviendo y hay delitos que no sólo son muy aberrantes o muy graves sino que impactan personalmente como la desaparición de un chico o una chica de tres, cuatro o cinco años. Si uno está involucrado en una investigación de este tipo, eso te va a acompañar en tu día a día, más allá de si estás o no en una oficina o en la calle o en un procedimiento. Lo que hay que hacer es trabajar en equipo, apoyarse en distintas disciplinas, hacer enfoques interdisciplinarios y después cuidarse uno mismo. También ver la posibilidad de obtener alguna supervisión o generar un análisis de lo que uno hizo como para ir sobrellevando esos momentos duros. En la Procuraduría somos dos fiscales pero hay 35 personas que atraviesan esto mismo. Entonces el equipo de trabajo tiene que poder tener herramientas para gestionar este tipo de casos.

¿Tienen paridad de género en ambas instituciones?
Buscamos siempre la paridad de género en todos los niveles. Son organizaciones jerárquicas, entonces hay personas que recién ingresan, hay personas que tienen cargos intermedios, investigadores y después están los secretarios que serían los como los gerentes de las fiscalías. En la Procuraduría también incorporamos diversidad, es decir, personas trans, personas con discapacidad, es decir, diversidad en sentido amplio. Mejora el rendimiento de la oficina y no sólo con las víctimas, sino también con quienes no lo son. El Poder Judicial o los ministerios públicos deben ser pensados como un servicio a la comunidad, y la representatividad de esa comunidad dentro del equipo de trabajo es un factor determinante.

¿Cómo ves a la Argentina hoy en el contexto de la trata de personas?
En lo que es el desarrollo institucional que hizo la Argentina desde el 2008 en adelante, es un país referente en la región. Muchos de los países vecinos vienen, aprenden de nuestras instituciones, buscan ejemplos, leen nuestras sentencias. Es decir, que en algún punto Argentina se transformó en un país que combate la trata de personas desde los tres poderes del Estado y con mucho compromiso y eso se nota. Por otro lado, la trata de personas y la explotación de seres humanos es una problemática que nunca termina de desarrollarse. Cuando creemos que tenemos todas las modalidades y las dinámicas de explotación aprendidas, aparecen nuevas modalidades como, por ejemplo, las organizaciones coercitivas, las sectas, o vemos redes de pedofilia mucho más importantes de las que se conocían antes. 

¿Y la justicia se va enterando de estas nuevas formas a medida que va investigando?
En la detección del delito muchas veces tiene un rol fundamental la comunidad. Porque los casos de trata son llevados adelante generalmente a puertas cerradas. Todo es más clandestino, por decirlo de alguna manera. Entonces requerimos, por ejemplo, del apoyo de la comunidad para que vecinos, familiares, amigos puedan detectar cierta situación y denunciarla. Son muy pocas las víctimas que se acercan a hacer una denuncia de este tipo. Después, en lo que tiene que ver con la trata laboral o en ámbitos laborales, la evolución de los inspectores, del trabajo tanto de Nación como de las provincias, bueno, ha ido generando mayores índices de detección. Esto se logra por haber profundizado la capacitación de los actores claves.

¿Cómo es investigar el delito de trata de personas?
Por su complejidad, investigar el delito de trata es un excelente entrenamiento para investigar cualquier otro delito. Gran parte del trabajo en la Fiscalía Federal tiene que ver también con delitos complejos, más allá de algunos casos de corrupción pública, investigar casos de criminalidad económica, de narcocriminalidad, de lavado de activos. Esto requiere tener estrategias respecto de cada uno de esos casos, pensarlas desde el inicio y llevarlas adelante de manera organizada. Cuando uno recibe, no quiero mentir, alrededor de 700 denuncias por año, evidentemente eso es algo que va a tener que pasar por  un tamiz. Muchas de esas denuncias van a ser desechadas por falta de elementos, otras van a ser resueltas por medidas alternativas. Hoy tenemos vigente, por ejemplo, la conciliación entre partes, la reparación integral, el principio de oportunidad, la suspensión del juicio a prueba y el juicio abreviado. Después está la selección de aquellos casos que revisten mayor gravedad o mayor relevancia institucional, en donde vamos a poner los recursos humanos que son escasos. La lógica de trabajo siempre es la misma: planificación, enfoque interdisciplinario y empatía con las víctimas, entendidas como todas las personas damnificadas que están sufriendo por la comisión de ese delito.

¿La comunidad debería estar un poco más enterada de lo que pasa?
Siempre es una de las críticas a los ministerios públicos y a los poderes judiciales cómo comunicamos lo que hacemos. Creo que falta mucho en ese sentido. Se ve muchas veces cuando lo que más se pide es cárcel como solución a los conflictos sociales y eso es falta de conocimiento de lo que pasa en las cárceles. Se requiere mayor explicación acerca de cuál es el trabajo que hacemos. Eso por parte de la comunidad, y por parte de los actores judiciales también pensar otras alternativas. Que el mensaje no sea siempre 20 años de prisión, sino cómo reparamos, cómo nos enfocamos en el daño que derivó en ese delito para repararlo, cómo hacemos para recuperar bienes que son producto del delito y no dejárselo a los imputados, que es un mensaje social muy feo. El juicio por jurado, que en muchas provincias está llevando adelante, tiene un impacto impresionante en lo que es el conocimiento por parte de la comunidad del accionar judicial y se nota en el tipo de pronunciamiento que dictan los jueces profesionales y el tipo de pronunciamientos que dictan los jurados populares. Esto está en nuestra Constitución y es algo a lo que tendríamos que tender en todos los delitos y creo que puede llegar a ser una buena solución posible.

¿Los medios de comunicación afectan tu trabajo?
Afectan porque muchas veces en casos que están en un momento determinado hay que atender también a la prensa. Trabajamos en ese sentido con el área de comunicación de la Procuración, en generar canales más unificados para poder dar una respuesta y obviamente preservar la investigación. Porque en general en los primeros momentos cuando hay una víctima, cuando hay un rescate o cuando una causa todavía no tiene mucha sustancia revelar información, pone en riesgo no sólo la investigación en sí sino también la intimidad de las personas que están involucradas en ese conflicto. Entonces es una cuestión de la que hay que ocuparse y además prepararse. La Procuración, por ejemplo, ofrece cursos de capacitación para poder tener algunas herramientas para hacer frente a este tipo de requerimientos. 

¿Tiene que ser una mujer la que ocupe el cargo vacante en la Corte?
Sí, tiene que ser una mujer quien ocupe el cargo en la Corte y así lo estamos pidiendo todas las asociaciones y no sólo de mujeres. Quien ocupe la vacante tiene que ser mujer con conciencia de género, que conozca cual es la agenda de las mujeres y la lleve adelante. Es decir, una mujer valiente.

Por último, si una persona quiere ingresar a la Justicia Federal ¿cómo tiene que hacer?
En el caso del Ministerio Público Fiscal se tienen que anotar en lo que se llama ingreso democrático en la página web. Se llena un formulario, se carga alguna documentación y después son concursos que se rinden de acuerdo a la jurisdicción donde uno quiera ingresar. Esta es la forma que tenemos nosotros de seleccionar al personal que ingresa. Se hace un sorteo que es transparente, se hacen las entrevistas y elegimos a quien queremos contratar. Me parece que esto es también una evolución de la forma de integrar el Poder Judicial y los ministerios públicos.

¿Y cuáles son las cosas principales que miran o que buscan a la hora de elegir a una persona?
Por un lado, el enfoque profesional. Siempre se requiere que esté estudiando alguna de las carreras que están involucradas en el trabajo de una fiscalía. Principalmente estudiantes de abogacía, psicología, trabajo social, sociología, contaduría. Buscamos que se trate de una persona obviamente honesta, que tenga un perfil motivacional muy activo y que esté buscando siempre mejorar su rendimiento académico y obviamente también profesional.

Foto y video: Avanti!